Íñigo Errejón (Fuente: Thomas Holbach, CC BY-SA 4.0)
Íñigo Errejón (Fuente: Thomas Holbach, CC BY-SA 4.0)

¿Hay sitio en España para más partidos políticos nacionales?

La fórmula del liderazgo telegénico empieza a agotarse, y eso ha lastrado las posibilidades de Más País. Sin embargo no es ese el único motivo, y posiblemente tampoco el principal. Sencillamente, el voto no puede seguir fragmentándose en opciones políticas infinitas.

 

Ante cualquier discrepancia política se ha convertido en una broma recurrente eso de decir que todavía hay hueco para montar algún partido de izquierda más, como si hubiera pocos. En realidad la balanza casi se ha equilibrado: en los últimos años han sido unas cuantas las marcas que han ido apareciendo a izquierda -sobre todo- y derecha del espectro político, logrando notoriedad e influencia más o menos estable.

Lo que durante décadas fue un sistema bipartidista estable, primero con UCD y PSOE y luego con PSOE y PP, se ha ido rompiendo en estos últimos diez años. Si bien no han conseguido superar a los dos grandes, es cierto que UPyD, Podemos, Ciudadanos y ahora Vox se han convertido en protagonistas necesarios, partícipes de pactos y claves para la gobernabilidad no sólo de ayuntamientos y regiones, sino ahora también del país.

Quizá el espacio ideológico era estrecho para Más País, pero desde luego sí había hueco en cuanto al posibilismo

Sin embargo la tendencia parece haber perdido impulso, tal como evidencia lo que ha ido sucediendo en los últimos tres meses con Más País. El partido liderado por Íñigo Errejón y formado por críticos con Pablo Iglesias decidió participar en las elecciones generales de forma precipitada. La idea era presentarse con la promesa de romper el bloqueo político y posibilitar la investidura de Pedro Sánchez.

Todo había sucedido demasiado rápido, pero era la respuesta a una pregunta que se había planteado tres años antes: si había espacio para otro partido entre PSOE y Podemos. Quizá el espacio ideológico era estrecho, pero desde luego sí había hueco en cuanto al posibilismo: por aquel Iglesias y Sánchez eran más rivales que posibles aliados, y eso lastraba sus opciones de llegar al poder.

El ocaso prematuro de Más País

Pero no bastó. El anuncio precipitado de su participación en las generales tuvo como respuesta unos resultados discretos. Tanto es así que unas semanas después Manuela Carmena, alma de la formación, decía que se arrepentía de haber creado la plataforma.

Ahora, ante las inminentes elecciones autonómicas, han anunciado que no concurrirán ni en Galicia ni en el País Vasco. De hecho, los resultados de Carolina Bescansa y Txema Urkijo en las generales fueron muy inferiores a los que habían pronosticado, y posiblemente eso haya decantado la decisión.

Un partido nuevo suele tener complicado lograr capilaridad en regiones, como ya pasó con Podemos y Ciudadanos en las primeras elecciones locales a las que concurrieron allá por 2014

Es cierto que un partido nuevo suele tener complicado lograr capilaridad en regiones, como ya pasó con Podemos y Ciudadanos en las primeras elecciones locales a las que concurrieron allá por 2014: los primeros dieron un paso al lado y se limitaron a apadrinar unas ‘confluencias’ que acabaron siendo un éxito y los segundos no lograron presencia importante en ninguna capital de provincia. Pero el problema para Más País es que ellos no son un partido del todo nuevo: ni Errejón, ni Inés Sabanés, ni Urkijo, ni Bescansa, ni Marta Higueras, ni Rita Maestre son desconocidos. Y sin embargo eso no ha bastado.

¿No caben más formaciones, o es que la fórmula del liderazgo mediático ya no funciona?

Para responder a lo primero habría que tener en cuenta que en realidad todas las formaciones que han ido surgiendo en la última década han ocupado espacios electorales que ya existían, aunque sea verdad que los han multiplicado.

Sucedió por ejemplo con Podemos, que absorbió a IU y a los votantes más a la izquierda del PSOE. También con Ciudadanos, que hizo lo propio con UPyD y con los votantes más hacia el centro del PP. De igual modo, Vox ha logrado emerger quedándose con todos los desencantados del PP y Ciudadanos. Por eso cuando Podemos emergió IU desapareció, cuando Ciudadanos fue fuerte borró del mapa a UPyD y cuando Vox se ha disparado se ha llevado por delante a Ciudadanos.

Más País, por su parte, no ha conseguido desplazar a nadie. Es cierto que ha hecho daño a Podemos, sobre todo porque logró llevarse el apoyo de Equo y Compromís, pero no lo suficiente. Y es fácil suponer que ahora que Pablo Iglesias y los suyos están en el poder conseguirán recuperar el pulso perdido.

Qué es (y qué no) un partido-persona

Para responder a lo segundo habría que considerar si el resultado hubiera sido distinto si en lugar de Errejón la candidata hubiera sido Carmena. En cualquier caso, y dado que es imposible saberlo, también hay que tener en cuenta que Más País no es exactamente un partido-persona porque, aunque Errejón sea el más popular, es verdad que cuenta con muchos compañeros de siglas conocidos y bien valorados entre su electorado. Podemos empezó siendo ‘el partido de Iglesias’, Ciudadanos ‘el partido de Rivera’ y Vox ‘el partido de Abascal’. Pero Más País fue desde el inicio algo más que ‘el partido de Errejón’.

Es verdad que en España hubo casos de partido-persona con cierto éxito. Fueron el CDS, creado alrededor de Adolfo Suárez después del derrumbe de la UCD, el Grupo Independiente Liberal de Jesús Gil que consiguió un puñado de alcaldías destacadas en el sur de España, o la Agrupación Ruiz-Mateos que consiguió dos escaños en las elecciones europeas de 1989. Pero ninguno de ellos es comparable Más País, ni en lo ideológico ni en el planteamiento de la formación. Otra cosa puede ser en su fugacidad.

Así pues, ¿no hay hueco para más formaciones relevantes a nivel nacional? El esquema actual, con cinco partidos, parece indicar que no. O no al menos para ‘sumar’ formaciones, sino como mucho para sustituir a otras de capa caída como ha sucedido hasta ahora. Podría ser el momento de darse cuenta de que las discrepancias no pueden siempre resolverse con escisiones. Quizá los partidos puedan hacerlo, pero desde luego los votos no dan para sumar si siguen dividiéndose hasta el infinito.