Feijóo saluda, desde el balcón de Génova, tras ganar las elecciones generales de 2023 (Fuente: PP)
Feijóo saluda, desde el balcón de Génova, tras ganar las elecciones generales de 2023 (Fuente: PP)

🍴 La última cena está servida

El PSOE ha salido con vida de la campaña más dura en muchos años, e incluso tiene posibilidades de seguir en el Gobierno.

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A estas alturas ya habrás leído o escuchado todas las crónicas y análisis sesudos sobre las elecciones generales, así que este boletín no irá de eso. Basta un resumen corto: nadie se esperaba que la izquierda aguantara tan bien el tirón hasta el punto de tener más fácil sumar que la derecha. Así las cosas, y dado que la política española se ha vuelto impredecible, tampoco esperes que te diga qué va a pasar ahora, porque renuncio a intentarlo. Hablemos de aplausos que parecen un beso, de medios que chapotean en el barro, y de animales: el cerdo, el perro, el gato, la gaviota y el buitre.

🐷 Punto uno: barro y cerdos

En los pozos más oscuros del mundo ultra circuló el bulo de que la esposa de Pedro Sánchez era, en realidad, un hombre. ‘Begoño’, la llamaban. A las hijas de José Luis Rodríguez Zapatero -menores de edad entonces- las marcaron a fuego por aquella fotografía con el matrimonio Obama. 

De la hija de José María Aznar se habló por la boda de Estado que le montó su padre en El Escorial, y del de Mariano Rajoy sólo por la colleja que le dio su padre en los micrófonos de la COPE. Nada que ver.

La campaña que ahora termina, como aquella de Zapatero, ha sido muy dura, como dura será la legislatura si Sánchez consigue ser reelegido tras ser votado por casi ocho millones de ‘Txapotes’. El paralelismo es inevitable con aquel Rajoy diciendo en Navarra que el entonces presidente estaba rindiéndose ante ETA, cuando lo que hacía era intentar -y conseguir- que dejaran de matar.

En los últimos meses la oposición ha azuzado el fantasma de la compra de votos (“pucherazo”, llegaron a decir), ha criticado la fecha de las generales (cuando el propio Feijóo ganó unas elecciones en julio y tras pasarse meses pidiéndolas), ha insinuado que los trabajadores de Correos no iban a cumplir con su cometido (y el voto por correo funcionó como nunca) y hasta que si la avería de la línea de AVE de la jornada electoral estaba causada “desde los propios servicios públicos”.

Todo ello frente a un ‘gobierno impropio’, ‘frankenstein’ y ‘de perdedores’, que en realidad es la forma de decir que ganó una moción de censura, fue plural como lo es España fuera de Madrid y buscó acuerdos porque ahora sólo gobierna quien puede pactar.

La dureza en política no es sólo una cuestión política, sino también mediática. No es ya que las encuestas se hayan equivocado porque todas estuvieran sesgadas -el CIS, en sentido contrario, también lo ha estado-. Es el nivel de presión y los argumentos defendidos desde los medios, algunos en línea con Génova y otros interesados ‘sólo’ en la audiencia que da el ruido.

Se ve, por ejemplo, con otra de las insinuaciones de estas semanas: azuzar el miedo a que no se pudieran constituir las mesas, desde un supuesto “panorama desolador” descrito por El Mundo o preguntar en Antena 3 si las elecciones podían ser impugnadas. Finalmente hubo normalidad absoluta.

No había una campaña tan embarrada desde la de Zapatero, y como entonces con El Mundo y la COPE de Federico Jiménez Losantos, en esa ‘máquina del fango’ los medios han sido imprescindibles. De ambos lados, por supuesto, pero la presión -como el escarnio familiar- suele venir siempre del mismo lado. Hasta qué punto habrá sido una campaña mediatizada para que Carlos Alsina, de Onda Cero, y Àngels Barceló, de la Cadena SER, se enzarzaron y retaron en las ondas sin ser ninguno de ellos insultadores de micrófono.

¿Es esto nuevo? No, pero es preocupante. Porque cuando cuestionas las instituciones e intentas generar conflicto pueden pasar dos cosas. Una, la que ha pasado, que las urnas te quiten la razón. Otra, la que pasó en EEUU o en Brasil, y que la gente piense que ha sido engañada porque es lo que has estado fomentando, y decida alzarse contra el sistema. 

En España, de momento, hemos sorteado el lodazal del golpismo y, una vez acabada la campaña, no hay grandes cosas que lamentar más allá de la consternación en el columnismo patrio conservador. Los resultados vienen a decir que el electorado tiene mucho más miedo a un Gobierno con Vox que a un presidente apoyado por EH Bildu -que no gobernando con ellos, otra de las mentiras de la campaña-. 

ETA ya no existe, pero la ultraderecha sí. Y, aunque se a modo de anécdota y sirva para cerrar el tema de revolcarse en el barro, a ese miedo se han acogido muchos artistas en estas semanas: un ilustrador se puso a recopilar versiones del ‘Porco Rosso’, un personaje de ficción de Studio Ghibli que fue utilizado para movilizar al votante de izquierdas usando su frase más recordada: “antes cerdo que fascista”. La respuesta ha sido masiva, con casi mil versiones del dibujo.

🐶 Punto dos: perro y gatos

Como la cosa va de animales, junto a los cerdos han ido los perros, y también los gatos. Primero porque la izquierda socialista supo darle la vuelta a la narrativa faltona de ‘perro Sanxe’. Para los no iniciados, un meme que cundió hace tiempo para descalificar -otro frente más- al presidente.

La resignificación tuvo varios pasos: desde que el propio Sánchez hablara de que le encantaba la canción ‘Perra’ de Rigoberta Bandini en una entrevista en un pódcast para jóvenes, hasta que justo antes de las elecciones publicara una foto con sus perros (con la canción de fondo) y la cuenta del partido, directamente, el meme. El hito final fue ver a su mujer, Begoña, con una chapa en la que se podía leer ‘perra Sanxe’.

Un meme puede parecer una tontería, pero poder apropiártelo y usarlo a tu favor sirve para levantar la moral contra el oponente. Si algo ha demostrado esta campaña es que la política son estados de ánimo y, en consecuencia, de gestión de expectativas. El PP, ganando, ha perdido. Y el PSOE, perdiendo, ha ganado. Y ambas cosas son ciertas, a falta de que una repetición electoral vuelva a repartir cartas. 

En esa lógica de ‘estado mental’ fueron muy importantes las entrevistas que Pedro Sánchez hizo, no ya en el citado pódcast (‘La pija y la quinqui’, se llama), sino sobre todo en aquellos medios donde más le habían criticado. Fue Sánchez a ‘Más de Uno’ en Onda Cero, a ‘El Hormiguero’ en Antena 3 y a ‘AR’ en Telecinco, y devoró a sus entrevistadores uno tras otro. Todo lo había empezado Zapatero en la COPE frente a Carlos Herrera. 

El subidón duró hasta que, contra pronóstico y con más falsedades que hechos, Feijóo le noqueó en el debate electoral. Ahí parecía terminar la cierta remontada que auguraban las encuestas. Pero los marcados errores de Feijóo, cometidos de nuevo en los medios, le devolvieron al ruedo. Todo empezó con su actitud displicente cuando en RTVE le sacaron los colores por mentir.

Hubo mucho más, como decir que no sabía que Marcial Dorado era narcotraficante cuando eran amigos (pero su nombre ya estaba en la prensa) para luego tener que reconocer que sabía que era contrabandista. También despreció a Yolanda Díaz bromeando con su maquillaje. Pero, sobre todo, cometió el enorme error de pensar que no ir al debate a cuatro y dejarle todo el espacio a los demás era buena idea. Nada de todo eso hubiera pasado fuera de los medios.

Al otro lado de la izquierda la cosa ha ido de gatos, ya sin tanta presencia en la prensa y la televisión. La cuenta de TikTok de Sumar se ha dedicado a colgar vídeos muy cutres (pero mucho) de gatitos cursis, alentando el miedo a la ultraderecha de una forma tremendamente infantil, con los gatetes cantando -siempre con final feliz- que estaban “happy, happy, happy”. ‘Michiplátano’, le han llamado.

Está claro que el target no es la gente de mi edad, ni de la de Yolanda Díaz, y tengo mis dudas de que esto mueva más allá de la simpatía de quienes ya te iban a votar, pero…

🥚 Punto tres: gaviota y buitre

La política española, decía antes, va tan rápido que es difícil saber qué pasará. Se daba por hecho que si Sánchez perdía habría renovación en el PSOE. Ahora si Sánchez consigue formar Gobierno los buitres se posarán en las ramas del árbol de la derecha a la espera de devorar a sus presas.

De hecho, ya ha empezado. En Vox, Abascal culpó directamente a Feijóo del fracaso del bloque conservador en su comparecencia durante la noche electoral. La realidad es que el bajonazo en escaños también tiene que ver con el cambio de estrategia de Vox, que dejó de lado al ala más liberal y apostó todo a la línea más dura del partido. Tan dura que ha espantado al elector.

En el PP el vuelo ya ha empezado. Es verdad que Feijóo acaba de llegar, y que la salida de Pablo Casado hace un año está aún demasiado reciente. Pero el ‘dress code’ de Isabel Díaz Ayuso anoche en el balcón de Génova -todos de blanco, ella de rojo para centrar miradas- no era casual. Tampoco que se filtrara a El Mundo que el éxito de Feijóo en el debate había sido en realidad mérito de ella y su equipo.

La prueba palmaria de que han empezado los movimientos fue que en la noche electoral, en directo, interrumpieran el discurso de Feijóo para corear el nombre de su máxima rival interna. Suena casi a sentencia de muerte.

¿Qué cabe esperar? A bote pronto diría que si hay repetición electoral Feijóo será el candidato de nuevo, pero que si no las hay quizá no llegue a repetir. En esto influyen muchas cosas, y la debacle de Vox no es la menor de ellas: quién sabe con qué fuerza contarán si estalla la guerra interna tras el fracaso de su giro (aún más) ultra.

Es cierto, en esa tesitura, que una candidata como Ayuso bien podría repetir lo hecho con Ciudadanos y terminar de reabsorber el voto radical dentro del PP. Pero también es cierto que sería un error dar a Vox por amortizados: son ya una fuerza muy influyente entre los jóvenes, a los que llegan a través de destacados ‘youtubers’ e ‘influencers’ como InfoVlogger, WallStreetWolverine, Vito Quiles o una enorme cantidad de pseudomedios muy a la derecha, como EDATV, El Toro TV, La Gaceta y demás. Hay cantera.

Podemos situaba su techo electoral en lo generacional cuando promovía el voto desde los 16 años, pero ahora seguramente perdería esa batalla. En TikTok, mientras Sumar hace vídeos de gatitos, Vox lidera en impactos.

Los datos del CIS muestran que entre los más jóvenes, incluso aquellos que aún no pueden votar, Vox sube, y mucho. La ultraderecha lleva tiempo invirtiendo en educación, por ejemplo, para formar en la ‘batalla cultural’ que esgrimen como argumento, y buscar liderazgos jóvenes para el futuro. 

Así las cosas, la ultraderecha ha perdido, pero podría remontar si hay repetición electoral. O podría convertirse en algo estructural, como ha sucedido en Francia, apostando por el futuro. La izquierda ha salvado un punto de partido de forma inesperada, pero la victoria no es ni mucho menos definitiva. Los buitres nunca descansan, pero por ahora parece que la gaviota está en peor estado que el cerdo, el perro y el gato.

🤔 Uniendo los puntos

No querría despedirme sin algunas recomendaciones para la resaca de la jornada electoral: este buscador de resultados por municipio, este mapa con los resultados por distritos en las grandes ciudades, este calendario sobre los plazos que arrancan ahora para formar Gobierno o este gráfico detallando quiénes son los candidatos elegidos por cada partido para el nuevo Congreso.

Y ahora os dejo con el gif que resume lo que pasará a partir de ahora: que haya o no Gobierno dependerá de que Junts (es decir, Puigdemont), se abstenga. Él ya ha dicho una cosa y la contraria. Y yo digo que empieza el baile de la negociación.

Descansa, que hoy parece que hace menos bochorno que ayer. Te escribo en unos días 👋🏻