Plaza del Torico, en Teruel (Fuente: National Geographic)
Plaza del Torico, en Teruel (Fuente: National Geographic)

🚜 Temblor político con epicentro en Teruel

De un tiempo a esta parte hay un run-run demoscópico que va tomando cuerpo. Los analistas políticos auguran un fenómeno que podría volver a sacudir el mapa electoral, y esta vez la cosa no va de ideología, ni de renovación, sino de todo lo que pasa fuera de las grandes capitales.

Al lío 👇🏻

🐉 Punto uno: dragones y abismos más allá de Madrid

Vaya por delante que quedan dos años para las próximas elecciones generales -si no hay sustos-, y eso en nuestra política es una eternidad. Da tiempo de sobra a derrumbar algún partido y formar varios nuevos con los trozos. Pero algunos ya andan agitando la bola de cristal y les aparecen nubes en el horizonte: si se unifican, las candidaturas de la llamada ‘España Vaciada’ podrían tener peso específico en el futuro Congreso.

Pero para deducir el futuro mejor empezar por recorrer el pasado. Esta historia empieza hace como siete años, en los albores de la sacudida política que dieron Podemos y Ciudadanos, que fue cuando se empezó a hablar en los medios de la ’Siberia española’ a la que otros, dos años después, llamaban ‘la Laponia española’. A saber: una extensión enorme de terreno alejado de los nodos urbanos donde hay poquísima densidad de población y muy deficientes dotaciones. Una cosa es el huevo y la otra la gallina, pero a saber cuál es cuál. Ah, y coincide que también hace frío, casi como en Siberia o Laponia. Es -sobre todo- el área entre Teruel, Cuenca y Soria.

Y lo ha hecho porque, si lo piensas, la partida política se ha seguido jugando en Madrid, como siempre. Hasta cuando llueve en la capital, o hay atascos, es noticia nacional. Parafraseando Ayuso (más o menos), Madrid es España dentro de España. El problema es que hay mucha España fuera de Madrid y de las capitales. Casi toda, de hecho, aunque no se hable de ella.

Es como si más allá de la M40 -la segunda circunvalación de la ciudad- hubiera abismos y dragones, una inmensa extensión de nada inhóspita y, al final, un precipicio al vacío. Como los antiguos cuando intentaban navegar más allá del horizonte. Pero al revés, porque en realidad a Madrid no le interesa nada de lo que hay más allá de sus límites. Al menos mientras no cuestione su protagonismo hegemónico, como sucedió con el ‘procés’ hace poco o con el nacionalismo vasco antes de eso.

💢 Punto dos: desde Teruel, pasando primero por Zaragoza

De una frase casual de Alfonso Guerra, que nunca decía nada casual, quedó uno de esos dogmas de nuestra politología: en política quien se mueve no sale en la foto. Él hablaba de la (falta de) lealtad, pero si el eje es el de llamar la atención la cosa cambia: para salir en la foto (que te hagan casito) hay que moverse y hacer ruido. Y esa Siberia, o Laponia, se ha movido.

Hay dos momentos relevantes en su periplo. El primero pasó por Zaragoza, donde Pablo Iglesias intentó crear un polo de fuerzas nacionalistas en el Congreso. Aquello fracasó relativamente, porque en realidad quedó cierto poso que luego hizo posible el éxito de la moción de censura (de eso ya hablamos en el primer boletín). Pero a la vez hizo evidente para esa Siberia, o Laponia, que el nacionalismo miraba hacia dentro (identidad) y hacia fuera (tensión con España), pero no hacia el lado. Y resulta que ellos no querían reclamar su identidad diferencial respecto a España, ni usar su peso para negociar: ellos querían recordar que son España y que, por tanto, merecen también parecerlo en lo que se refiere a dotaciones y servicios.

El segundo momento se produce en las últimas elecciones, cuando Teruel Existe consigue un escaño. Con eso Rosa Díez construyó un partido que acabó teniendo un efímero grupo propio en el Congreso. Con eso Gaspar Llamazares salvó a IU de la desaparición. Numéricamente no es nada, pero simbólicamente sí. Y más cuando viene de Teruel para algo de Teruel, y no desde Madrid, como pasó con Rosa Díez, que es vasca, o con Llamazares, que es asturiano. Ahí se empezó a hablar de un fenómeno no ya social, sino político. 

Primer paso, cambiar el nombre: nada de Siberia, ni Laponia, sino España; y más que vacía, vaciada. No es que se haya vaciado por arte de magia, sino que ha sido vaciada de forma consentida. Hay intención, o al menos dejación, y por lo tanto hay agravio.

Para muestra un botón: ¿cuánto le importan esas zonas alejadas de las grandes capitales a los Gobiernos? A juzgar por las agendas de los ministros desde 2016, nada.

🙅🏻 Punto tres: Vertebración no es un nombre de Pokémon

Ese escaño anecdótico ha supuesto ya cuantiosas victorias para Teruel, y en consecuencia ha creado escuela: ya son muchas las formaciones que han copiado la idea en sus zonas de influencia; incluso han decidido ir más allá y plantear confluir como marca única para asegurarse una voz común en el futuro Congreso. ¿Para qué? Para, a base de moverse, salir en la foto.

Y es que el Congreso está en Madrid, epicentro de un agujero negro político que absorbe todo lo demás y dejando al resto del territorio, quitando alguna capital más, a oscuras. Si los de Madrid no miran hacia las provincias habrá que ponérselas delante.

¿Qué reclaman? Financiación, infraestructuras y dotaciones. Y curiosamente es algo que piden, en general, todos fuera de Madrid. Huelga recordar que el ‘procés’ catalán empezó por discrepancias en la gestión del dinero, y que la ampliación del aeropuerto de El Prat fue la zanahoria -fallida- para encauzar la mesa de diálogo. O que la Comunidad Valenciana o Andalucía, entre otros muchos, llevan tiempo reclamando reformar la financiación.

Total, que hasta en eso los ‘medianos’ desplazan a los pequeños. Porque al menos ellos sí están en el mapa. Es lo que tiene el esquema infraestructural heredado de una dictadura que se ha mantenido en el tiempo: España es radial, como bien muestran el mapa de carreteras o este gráfico ferroviario de Antoine Huré.

Al final los grandes titulares, y la inversión, se la llevan los ejes centrales: la alta velocidad, las autovías y autopistas… pero muchas capitales y ciudades medianas necesitan de carreteras secundarias y líneas de corta distancia para favorecer la movilidad de ciudadanía y mercancías.

Y a estas demandas no responden la mayoría de partidos grandes, y tampoco todos los nacionalistas. Compromís, socio de gobierno en la Comunidad Valenciana, es de las pocas excepciones con su campaña para reclamar más líneas de Cercanías, que entronca también con la histórica demanda del corredor mediterráneo. A saber: un eje estratégico de mercancías que conecta con los puertos mediterráneos y Europa pero que no se ha desarrollado porque -oh sorpresa- no pasa por Madrid. 

↔️ Punto cuatro: ¿quién teme al voto regionalista?

Y aquí es donde llegan las nubes: dos sondeos publicados esta semana avisan sobre el desembarco de una hipotética candidatura unitaria en el Congreso que podría hacerles imprescindibles para conformar Gobierno con hasta quince escaños. Por contextualizar, son más de los que tiene ERC, o de los que suman Ciudadanos y Más País. Supondría convertirse en la quinta fuerza política.

Insistiendo en que queda aún media legislatura y eso es muchísimo como para hacer cábalas, la cosa puede ser seria, no sólo por lo que sumen sino por lo que resten a otros. Y es que la España rural es la base del bipartidismo por un mero motivo numérico: son muchas circunscripciones en las que se eligen menos escaños que partidos nacionales con representación hay. Sucedió en 28 de las 54 en las últimas elecciones. Más de media España es una especie de embudo demoscópico.

Es sencillo de entender: en una circunscripción grande como Madrid, Barcelona o Valencia se eligen un montón de escaños (37, 32 y 15, respectivamente), así que todos sacan alguna representación. En una pequeña, como Teruel, sólo hay tres escaños en juego, y eso deja a muchos fuera. ¿A cuántos? Ahora mismo hay seis partidos nacionales con representación: PSOE, PP, Vox, UP, Ciudadanos y Más País. Y eso contando con que ninguno se lleve más de uno…

Así las cosas, si en muchas de esas circunscripciones pequeñas se presenta una marca unitaria y logra obtener representación se estrecha aún más el embudo. Pon que consiguen un escaño en Teruel -como sucedió-, de forma que sólo quedarían dos a repartir. Y eso en otras 27 circunscripciones.

Pero esa posible sangría electoral no afectaría a todos por igual. La irrupción de los partidos nuevos ha sido sobre todo urbana: UPyD, Podemos o Ciudadanos apenas han rascado bola fuera de las capitales. Por algo Pablo Iglesias optó por las confluencias municipales: son formaciones que carecen de capilaridad como para tener estructura en cada pequeño núcleo del país. Sólo Vox sobrevive a esa dependencia urbanita.

Por lo tanto, a quienes más amenazaría esa ‘España vaciada’ es a los dos grandes. ¿Y entre ellos a quién más? Difícil saberlo todavía, pero posiblemente al PP. Por una parte lo identitario suele ser más conservador, así que podía drenarle voto; por otra, el mapa de voto municipal llevaba muchos años siendo muy azul hasta estas últimas elecciones generales, por lo que no es descabellado pensar que acabará volviendo a girar a la derecha por el desgaste, y ya serían varias derechas entre las que elegir.

Eso sí, en esta España tan fragmentada en lo político hay que pensar no sólo en a quién se ‘roban’ escaños, sino con quién se pueden sumar después. Si esa ‘España vaciada’ impacta en los dos grandes pero luego es más proclive a sumar con el PP puede acabar cambiando el signo político del Gobierno central.

🤔 Uniendo los puntos

Es curioso ver cómo, elección tras elección, el resultado electoral está tan condicionado por el sistema electoral. En España, además de proteger las mayorías -imagina el derrumbe si no-, se busca garantizar cierta representación territorial. Y justo es por ahí por donde ahora podría venir el revolcón.

Llevamos muchos años hablando de retocar el sistema electoral y, sobre todo, de reformar el Senado para que -de verdad- sirva como cámara territorial y no como mera revisión legislativa. Atentos porque si de verdad la ‘España vaciada’ llega al Congreso igual se aborda el tema, esta vez de en serio. Ya se sabe: nada como moverse para que te hagan casito.

Espero que tengas una semana ‘vaciada’ de problemas. A tope con ella, el sábado te mando más cosas para ahondar en el tema 👋🏻