Juan Manuel Moreno Bonilla, Isabel Díaz Ayuso y Alberto Núñez Feijóo (Fuente: PP)
Juan Manuel Moreno Bonilla, Isabel Díaz Ayuso y Alberto Núñez Feijóo (Fuente: PP)

🦋 Instrucciones para detener un aleteo

Agosto es mes de no trabajar, a no ser que estés en el mundo de la política española. En tal caso, este año toca planificar reuniones para reunir apoyos antes de que expire el plazo: septiembre, si eres Feijóo, diciembre, si eres Sánchez. Apunta uno más, si no eres ninguno de ellos: enero, para votar si ambos fallan. Pero mientras todo esto se desarrolla conviene abordar un tema a más largo plazo por si se confirma que el PSOE logra mantenerse en el Gobierno: ¿qué puede hacer el PP?

🫑 Punto uno: Murcia, alfa y omega para la derecha

A pesar de que en el PP repiten de forma machacona lo de la lista más votada y lo de que debe gobernar quien gana, saben a la perfección que gobierna quien puede sacar mayoría absoluta o quien puede pactar para sumarla. Por eso la estrategia es importante y, aunque resulte sorprendente, supieron resolverla en el momento más difícil pero han fallado cuando las cosas parecían más sencillas.

Para entender esta historia hay que retroceder en el tiempo dos años y medio e ir hasta Murcia. Allí Ciudadanos acababa de saltar de eje ideológico para aliarse con el PSOE con la idea de intentar sacar al PP del poder. La operación fue un fracaso mayúsculo que no sólo fortaleció al PP, sino que provocó una serie de consecuencias en puntos diversos de la geografía que acabaron por llevarse por delante a la formación naranja. Primero fue Madrid, después Castilla y León y después todos los demás.

Los datos demuestran que el voto de la derecha no ha variado demasiado desde 2008, sumando siempre entre 11 y 12 millones de votos. El problema para el PP es que eso antes eran sólo ellos, y en el momento de ese tsunami no eran ni la mitad.

En ocho años el PP había perdido la mitad de sus votos en todo el país (de 10,8 millones en 2011 a 4,3 millones en 2019). Era la consecuencia de la corrupción y la gestión de la crisis, y se manifestaba en que Ciudadanos primero y Vox después les habían comido la tostada. Por entonces se estimaba que si se giraba al centro Vox se haría más fuerte, pero que si se giraba a la derecha Ciudadanos acabaría dándoles el ‘sorpasso’. 

El tsunami electoral iniciado por el aleteo murciano daba al PP la oportunidad de salir de una encrucijada mortal: con Ciudadanos fuera de combate, sólo faltaba Vox por reabsorber para volver a ser la gran fuerza de la derecha. El plan era sacar la ortodoxia ultra de la mesa de negociación y volver a ponerla donde había estado siempre, detrás de la silla. 

El gráfico anterior es aún más elocuente si se compara con el voto del bloque de izquierdas, que sí sufre variaciones más notorias en el mismo periodo. En este caso, se baila entre los 9 y los 12 millones de votos, con un PSOE en franco ascenso desde 2016, pero -a diferencia de lo que pasa con Vox- sin demasiadas consecuencias electorales por su convivencia con Sumar. Además, ellos no llegaron a caer tanto como el PP en su peor momento y no han variado sus posturas políticas de forma tan evidente.

Vuelta al presente, pero sin salir de Murcia. Además de los plazos para la formación de Gobierno central, también están los de la Región de Murcia. Es la única de las autonomías que votó en mayo en la que aún no se ha podido constituir un Ejecutivo, y se debe al rechazo de Vox de entregárselo en bandeja al PP. Piden un acuerdo similar al que han alcanzado en otros rincones de la geografía española tras aquellos comicios, tales como la Comunidad Valenciana, Extremadura, Baleares o Aragón. ¿Por qué antes sí les daban lo que querían y ahora no?

👥 Punto dos: dos caras

Tras la votación de la Mesa del Congreso de hace unos días, en que la derecha se partió y la izquierda pudo hacer a su antojo, muchos se inclinan a pensar que la investidura de Sánchez es posible. Que costará, claro, porque el PP va a tener un mes para tener la iniciativa por encargo del rey y porque no se puede dar por sentado el apoyo de Junts y ERC para la izquierda. Pero que, ante la incógnita de qué pasaría en una repetición electoral, habrá Gobierno.

Dando eso por sentado, que no es poco, se atisban igualmente muchos nubarrones en el horizonte de la legislatura: 

1️⃣ El primero, que aunque se consiga gobernar, otra cosa va a ser sacar adelante medidas en un Congreso en el que la izquierda dependerá de mil variables. La legislatura pasada fue como un tiro en ese sentido, sacando Presupuestos y leyes complicadas, pero esta puede ser un enorme dolor de cabeza para la coalición.

2️⃣ El segundo, que todo parece indicar que en algún momento la crisis económica empezará a aflorar por algún lado y el Gobierno perderá terreno narrativo. Sigue la guerra, sigue la inflación, sigue disparado el euríbor y, o cambia mucho todo, o los brotes verdes empezarán a secarse durante la legislatura.

En este punto, cabría esperar una oposición descarnada -una vez más- contra Sánchez. Pero claro, tampoco se sabe a ciencia cierta qué pasará en la oposición si Feijóo no consigue gobernar. Es verdad que las expectativas eran altas y, por tanto, la decepción ha sido enorme. Es verdad que se adivina la alargada sombra de la oposición interna en los pasillos de Madrid. Pero también es verdad que Feijóo es apenas un recién llegado y que nadie, tampoco Casado, se fue sin tener al menos una segunda oportunidad.

La clave, en realidad, es la estrategia de futuro. Y en esto, como siempre, hay dos posturas. Por una parte, la de usar a favor el principal argumento de los rivales políticos; por otra, la de confrontarles directamente:

1️⃣ El primer caso es el de Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente andaluz, que logró la mayoría absoluta aupado, en parte, gracias a la izquierda. No fue sólo que sus rivales no demostraran empaque suficiente, ni que la izquierda acudiera dividida a las urnas, sino también que se avivó tanto el miedo a los posibles pactos con la ultraderecha que al final el voto útil para evitarlo acabó siendo el del PP.

2️⃣ El segundo caso es el de Isabel Díaz Ayuso, presidenta madrileña, que logró la mayoría absoluta llevando a gala sus acuerdos con Ciudadanos primero y con Vox después. De hecho, hasta logró arañar votos a su derecha gracias a que el partido ultra le torpedeó en varias votaciones. 

Feijóo pasaba por ser más Bonilla que Ayuso, por dos motivos. El primero, su trabajada imagen de gestor, tecnócrata y moderado, un poco al estilo de Rajoy. El segundo, que él mismo había gobernado en Galicia empalmando mayorías absolutas sin dejar espacio alguno a Ciudadanos o Vox. Sin embargo ha actuado más como Ayuso que como Bonilla, primero pactando con Vox y después endureciendo su argumentario y discursos. Él, que llegó echándole en cara a Casado su cercanía a los de Abascal.

El problema de estas elecciones es que se ha demostrado que no está claro que el ‘modelo Ayuso’ sea útil más allá de Madrid. En la política nacional hay formaciones nacionalistas muy determinantes, y se antoja complicado alcanzar acuerdos con ellas si vas de la mano de una formación que niega las identidades más allá de la común. A no ser que seas Coalición Canaria, UPN o el Partido Aragonesista, claro, en cuyo caso te va bien así.

Podían haber intentado ser Bonilla, alejándose de ellos a riesgo de hacerles más fuertes y buscar acuerdos con el nacionalismo conservador -PNV, un Junts menos soberanista, impulsar a CC, PAR, Foro, PRC…-. Pero optaron por el modelo Ayuso y unir sus destinos a Vox. Y ahora estamos donde estamos.

🤔 Uniendo los puntos

Las generales fueron un varapalo tanto para el PP como para Vox, que esperaban llegar de la mano al Gobierno. Si los populares asumen que no podrán llegar a La Moncloa todavía, quizá Murcia cierre el círculo de la estrategia de los próximos años. Igual que supuso principio del fin para Ciudadanos, puede suponer un cambio de rumbo en el PP respecto a un Vox que parece haber tocado techo y ya sabe lo que es tener crisis internas. Quizá hayan llegado para quedarse, pero eso no es incompatible con que puedan dejar de marcar el ritmo de las políticas conservadoras actuales si el PP se arriesga a intentarlo.

Descansa, que ya asoma septiembre. Te escribo en unos días 👋🏻