Alberto Núñez Feijóo en el Congreso (Fuente: PP)
Alberto Núñez Feijóo en el Congreso (Fuente: PP)

🍽️ Una digestión contundente

El PP se desayuna a Ciudadanos y, de postre, unas elecciones generales.

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Pedro Sánchez ha anunciado elecciones generales en dos meses. El objetivo parece reunir a la izquierda como el PP ha hecho con la derecha. Es la constatación del fin del ciclo que empezó hace casi una década en un camino que lleva, si no al bipartidismo, al menos sí a la política de bloques.

Allá por 2011 también hubo una ola azul. Cuatro años después fue barrida en las grandes capitales por un montón de ‘confluencias’ de izquierdas y sostenida por algunas muletas naranjas. Diez años después, para cuando empiece 2024, no quedará casi nada de ninguno de los dos. Porque en realidad lo vivido en las elecciones autonómicas y municipales de ayer no es una ola azul, sino el final del tiempo de los ‘emergentes’. Se los han desayunado, y ha empezado el PP.

🍓 Punto uno: fresas con nada

Mentiría si dijera que entiendo algo de lo que ha pasado esta mañana. Pedro Sánchez ha anunciado una comparecencia institucional y, cuando olía a cambio de ministros -por aquello de recuperar el relato y la iniciativa- va y anuncia adelanto electoral. No dará tiempo a que el PP se desgaste por tener que pactar con Vox, ni a sacar rédito por la presidencia de turno de la UE, ni a que Podemos y Sumar restañen heridas. 

El presidente ha venido a decir que si los ciudadanos quieren un cambio de políticas, que así sea. Pero por muy democrático que suene eso, cuesta pensar que Sánchez haga un movimiento así sin que haya estrategia detrás. Dicen que es porque da por amortizado al espacio a su izquierda, que en estas elecciones se ha demostrado inútil -en términos de utilidad para sumar-. Y que, por tanto, con esto pretende ‘comerse’ sus votos.

Sin certezas, sólo hay preguntas ¿Es muy loco imaginar que ofrezca a Yolanda Díaz ser su ‘número dos’? ¿Que plantee una fórmula más allá de las siglas del PSOE? ¿Que el socialismo intente ser la ‘casa grande de la izquierda’ porque Podemos y Sumar no han sabido serlo?

🍊 Punto dos: zumo de naranja con semillas verdes

Todo lo anterior puede sonar raro, pero es, a grandes rasgos, lo que ha hecho el PP para ganar este 28M: fagocitar a Ciudadanos, contener a Vox y sentarse a ver cómo el espacio a la izquierda del PSOE se destroza a sí mismo. Por partes.

Ciudadanos ya es historia. No ha conseguido ni un solo asiento autonómico en las doce regiones en juego, de forma que sólo le quedan diez diputados en el Congreso, que previsiblemente perderá en julio, y luego un puñado de representantes que le mantendrán en estado de vida latente durante unos años, como le pasó a UPyD. 

En concreto, le quedarán ocho eurodiputados hasta mayo de 2024, seis representantes en Cataluña (elegidos en 2021) y uno en Castilla y León (elegido en 2022). Por plazos, y no deja de ser anecdótico, es probable que Francisco Igea sea el último de Filipinas. Aquel que pudo suceder a Albert Rivera cuando todavía pintaban algo tendrá que cerrar la puerta y apagar la luz.

En teoría Ciudadanos era un partido de centro, que perdió sus alas cuando aquel Ícaro se empeñó el volar demasiado cerca de la derecha. La realidad es que una parte muy relevante del subidón del PP tiene que ver con que han absorbido la práctica totalidad de sus votos, y la clave estará en saber si eso tiene que ver más con la capacidad de atracción del PP o con la repulsión del PSOE. Es decir, que o tan de centro no serían o que los socialistas han fracasado y le han dejado todo el centro al PP.

De las tres derechas quedan dos. El otro éxito del PP tiene que ver con que, si bien no ha recuperado ‘la gran casa de la derecha’, sí ha sido capaz de contener el crecimiento de Vox, que ha hecho una campaña de perfil muy bajo por aquello de no espantar. En eso los populares han sido de nuevo mucho mejores: tienen que pactar con el extremo, pero eso no les ha impedido crecer desde el centro. Los radicales son los otros, no ellos.

Estaba por ver cómo convivía con esos equilibrios el PP hasta las elecciones generales que se esperaban para diciembre, pero no va a dar tiempo. Alberto Núñez-Feijóo se ha esforzado en mantenerse al margen, dejando a Isabel Díaz Ayuso el perfil más duro, pero ahora tendrá que autorizar acuerdos de gobierno en muchas autonomías para consolidar el poder institucional otorgado por las urnas. Y será justo durante la precampaña de las generales ahora adelantadas.

Feijóo ha intentado hacerse el Rajoy -sus múltiples errores y discursos vagos en campaña bien parecen una estrategia para huir de la polarización-. Pero, mientras, Vox se ha asentado: es la tercera fuerza, ha logrado implantación territorial y aunque no aspira al ‘sorpasso’ como sí quiso Ciudadanos, va a ser el incómodo compañero de viaje del PP en este nuevo ciclo. Y, rotos los puentes con el nacionalismo, parece un socio imprescindible si quiere llegar a La Moncloa.

🍇 Punto tres: frutos rojos

El primer Podemos no estaba preparado para las autonómicas. Por eso se sacaron de la manga lo de las ‘confluencias’, y funcionó. Aglutinaron a su alrededor un montón de formaciones de izquierda que, unidas por el tirón del proyecto y el candidato, enterraron sus hachas de guerra y remaron en un mismo sentido. Bayas, moras, arándanos y grosella maridaron bien, y combinaron con la fresa socialista para formar gobiernos. Con notas más dulces o más ácidas, pero todo dentro de una armonía aceptable.

Algunos de aquellos perfiles cuajaron y prolongaron sus mandatos hasta ayer -Ada Colau, Joan Ribó o José María González ‘Kichi’-, pero han sido la anécdota dentro de una tónica general distinta. Desde entonces hasta ahora la historia del ‘espacio a la izquierda del PSOE’ ha sido un no parar de hacerse la guerra.

En estas autonómicas y municipales de 2023 ha habido múltiples candidaturas independientes, hasta el punto en el que Yolanda Díaz, llamada a ser la líder de ese espacio que intenta reunirse, ha tenido que hacer equilibrios pidiendo el voto para unos u otros incluso en el mismo territorio. Ahora aquel líder carismático era su principal oposición, y el contexto ya no es el que era entonces.

El resultado salta a la vista: llegar separados al 5% de barrera de entrada es más difícil. Basta fijarse en A Coruña (abajo) o en Huesca (derecha).

Las derechas son dos, las izquierdas 52. Hay debates que no fallan durante las elecciones: si la movilización favorece a un bloque o al otro y si la división de la izquierda le suma o resta fuerza. Sánchez busca con su anuncio movilizar en masa a la izquierda y evitar en la medida de lo posible más divisiones. Con la premura del adelanto parece forzar la paz entre Sumar y Podemos sin darles tiempo a destriparse más.

O eso o es que da por amortizada su fuerza, visto lo visto, y quiere hacer como el PP con Ciudadanos. Va a ser todo tan rápido que no va a dar tiempo ni a que la izquierda se ponga a pelearse entre sí.

🤔 Uniendo los puntos

¿Genialidad o suicidio político? ¿Adelanto de lo inevitable o último cartucho? La verdad, ni idea. Lo de Rajoy, que era un superviviente nato, palidece al lado de la capacidad de adaptación de Sánchez. El presidente ha llenado su periplo político de jugadas audaces y cambios de guión que le han hecho llegar mucho más lejos de lo que cabía esperar. Ahora, la verdad, cuesta ver cómo acabará este ‘cliffhanger’. Por lo menos no habrá que esperar demasiado para saberlo…

Te escribo en unos días 👋🏻