Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados (Fuente: Agencias)
Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados (Fuente: Agencias)

✍🏼 La carta

Voy a hacer lo contrario que el presidente: él se ha tomado unos días para pensar qué hacer, y yo llevo demasiado tiempo pensando en volver a escribir, así que voy a hacerlo. 

♟️ Punto uno: la presa

Si no vives en Marte te has enterado: Pedro Sánchez ha publicado una carta, sin membrete del partido ni del Gobierno, en la que dice que cancela su agenda y se toma unos días para pensar si el lunes dimite o sigue en el Gobierno. El motivo: en su familia está afectando lo que consideran un ataque a su mujer.

El contexto: esa misma mañana un juzgado admitía a trámite una denuncia contra ella. Es, como dice el nombre, un trámite, pero acorde a derecho puede no hacerse si no se aportan pruebas. Ahí está la cosa: las ‘pruebas’ son publicaciones de medios de profesionalidad dudosa, algunas de ellas ya desmentidas

Quién lo hace: La denuncia la presenta un grupo de ultraderecha llamado Manos Limpias que suele hacer justo eso: ir a los tribunales contra políticos de izquierdas en casos que quedan en nada, pero que se alargan años. Sus responsables fueron condenados por la Audiencia Nacional, aunque se libraron de la cárcel tras la intervención del Tribunal Supremo.

El aviso: El presidente, tocado, decía por la mañana desde la tribuna del Congreso que aún creía en la Justicia . Publican hoy algunos que, en principio, iba a dimitir directamente pero le convencieron de no hacerlo.

Los precedentes: El órgano del Poder Judicial lleva años bloqueado por la oposición, que incumple la Ley que dice defender al no renovarlo para conservar una mayoría favorable. Las decisiones judiciales de los últimos tiempos van siempre en la misma dirección: casos falsos contra Podemos (caso niñera, financiación venezolana…), denuncias falsas contra Mònica Oltra, acusaciones contra los independentistas en función de las decisiones del Gobierno… Lawfare, se llama.

La respuesta: Por la mañana, antes de la carta, una portavoz de la oposición no sólo hablaba de la mujer del presidente, sino también de otros familiares. Por la tarde la oposición se lanzaba contra él, acusándole de victimizarse y someter al país a sus caprichos. La prensa afín reproduce los mismos argumentos.

🐗 Punto dos: los animales

El delfín. A Adolfo Suárez el PSOE le destripó desde la oposición, entre otras cosas por su pasado dentro del Régimen, y acabaron haciendo autocrítica cuando falleció muchos años después. 

El dóberman. Cuando Aznar iba a llegar a La Moncloa, el mismo PSOE publicó el célebre vídeo cargando contra él y Álvarez Cascos. Ansón reconocería años después que la campaña contra aquel socialismo rozó lo ilegal.

El insulto y el acoso entre rivales ya existía, también desde el socialismo. Pero si me preguntas por un punto de inflexión en la polarización española señalaría el 11M, el gran bulo orquestado desde los medios y aprovechado desde los escaños. Nada volvería a ser igual. 

Bambi. Llegó Zapatero, del que dijeron que parecía bueno e inocente pero le trataban como la encarnación del mal en la Tierra. Él iba a ‘romper España’ en su ‘rendición a ETA’. Y, decían, había llegado al poder en una suerte de golpe de Estado orquestado.

Llegó la crisis económica y volvió a ganar el PP. Volvieron las campañas, se azuzó a Villarejo y se construyeron casos sin fundamento desde un Ministerio del Interior cuya responsabilidad sigue dirimiéndose en los juzgados. 

El Pedro Sánchez candidato llamó “indecente” a Mariano Rajoy en un debate electoral, algo que provocó la indignación de un presidente ya asediado por los casos de corrupción que decidió romper relaciones con él. Su ‘fuego amigo’ conservador llevaba años llamándole “maricomplejines”, pero por lo que sea había insultos que dolían de forma más pública que otra. Sánchez acabó (más o menos) manifestando su arrepentimiento.

Fueron años de protestas en las calles, de escraches contra líderes del PP y de desfile de cargos por los tribunales. 

El perro. Y así llegó Sánchez al Gobierno, del que han dicho que “chapotea en sangre”, que es un “felón”, un “traidor a la patria” y un ‘socio de los terroristas’, entre otras muchas cosas. Los escraches cambiaron de bando, y llegaron a las puertas del domicilio de Pablo Iglesias, y a las calles delante de la sede del PSOE.

Los animales nunca han sido los políticos, sino quienes usan cualquier arma para hacer política.

💁🏻‍♂️ Punto tres: lo normal

Sinceramente, ignoro si la decisión de Sánchez es la enésima estrategia política para obtener réditos de un golpe de efecto. Ignoro si es sincero. No sé si él sabe cosas que nosotros todavía no. Entiendo que un político, y más un presidente, está expuesto al escrutinio público. Pero comprendo que, detrás de los cargos, hay personas.

Lo veo todo factible, y a la vez. No sé cuál es la respuesta correcta. Pero hay ciertas cosas que sí sé. 

que hace décadas se gritaba en el Bernabéu a un portero “negro de mierda” y se le mandaba a recoger algodón. Que ahora a Vinicius se le insulta, quizá sin motivación racista, pero con términos racistas. Que a los árbitros se les grita hasta en los campos del fútbol base. Que eso es lo normal.

que todos hemos vivido, en la familia o el trabajo, situaciones normales que nos han dejado secuelas emocionales. Que hemos acallado cosas porque tocaba hacerlo. Y no ha sido hasta que ha venido una generación más joven, a la que han llamado ‘generación de cristal’, cuando se ha abierto el debate sobre que no todo es tolerable, ni hay que tragar con cualquier cosa.

que insultar está mal. Que mentir está mal. Que los políticos, al contrario de lo que se crea, pagan un alto precio personal y profesional por dedicarse al servicio público. Que muchos pierden dinero, aunque otros tantos lo ganen. Que sacrifican su intimidad, y soportan insultos y críticas, odios diversos, sencillamente por proponer unas ideas.

que nada de todo esto debería ser normal. Y quizá, sin saber si lo de Sánchez es sincero o no, eso sea lo único importante: no creo que su carta contribuya a reconducir la situación, pero sí deberíamos plantearnos que hemos perdido la capacidad de hablar con gente que piensa diferente. Incluso en nuestras propias casas.

🤔 Uniendo los puntos

Termino de sincerarme. Echo de menos cuando los juicios eran cosa de los jueces, no de los políticos ni de los medios. Echo de menos cuando las noticias las daban los medios, y no los jueces ni los políticos. Y, sobre todo, echo de menos cuando eran las urnas las que decidían quién debía ocupar el Gobierno del país, y no los jueces ni los medios. Eso, y no insultar a nadie, creo que debería ser lo normal.

Descansa. Vienen días, quizá semanas y meses, intensos. No sé tú, pero yo estoy cansado de vivir tantos eventos históricos 👋🏻