Fuente: Borja Ventura
Fuente: Borja Ventura

Josu Erkoreka: “La gente que da primacía a ETA sigue ahí, y es gente que ha votado a Bildu”

Josu Erkoreka tiene pinta de lo que es: de doctor en derecho administrativo en Deusto, de político de aspecto serio, de señor del PNV. Pero debajo de este vasco de Bermeo de 51 años y a la postre portavoz de los nacionalistas vascos en el Congreso hay un hombre cercano y cordial al que le gusta hablar de política incluso cuando acaba la entrevista.

 

Sonríe cuando se pone ante la cámara y eso no es frecuente. Josu Erkoreka es de ese tipo de entrevistados que se piensa las preguntas unos segundos, como si contestara algo más que el programa de su partido. Su ‘look parlamentario’, ese que tanto gusta Bono aunque implique llevar traje chaqueta y corbata en pleno julio madrileño, le deja espacio para un ‘toque’: un reloj deportivo de esfera grande con una llamativa correa naranja. La camisa anudada hasta el último botón del cuello, el traje gris, pero la correa naranja.

Cuando empiezan las preguntas cambia la sonrisa por una cara de pensativo. Al empezar a hablar se deja ver una cicatriz que tiene sobre la ceja izquierda. Dice no saber si ETA tiene voluntad de desaparecer, “pero se le han puesto las cosas de una forma que no va a tener más remedio que desaparecer”. En ese punto duda. “Si esa voluntad existiese no sé a qué están esperando, podrían haber hecho ya alguna declaración explícita. No lo hacen. Si lo tuvieran tan claro lo podrían hacer sin más demora”, asegura.

No cree que su partido haya sido el más perjudicado por la irrupción de Bildu: “Ha recogido cosecha de votantes de todos los partidos”, dice. “Son votantes que les apoyan por motivos diferentes, a veces antagónicos”. En Bildu se unen “quienes creen que es la ETA de siempre, quienes creen que es la defensa frente a ETA y quienes, sin tener una posición muy clara al respecto, se han dejado llevar por una campaña que le hemos hecho entre todos”.

Pero no sólo percibe en ellos unos votantes heterogéneos, sino también un discurso variado, con “independentistas radicales a los que la idea de la izquierda les repele, marxistas ortodoxos que sólo interpretan el independentismo como una reivindicación estratégica para llevar a cabo la revolución y conjunto de grupos antisistema”.

Votantes heterogéneos, discurso heterogéneo

Dedica especial atención a EA, escisión del PNV de la que fue socio hasta no hace demasiado. En su opinión son “una escisión de los sectores más conservadores, con el foco anticomunista militante que había en el PNV, los bultzagiles, donde se encuadraron los que se escindieron reclamando el ‘legado sabiniano’ acusando a gente como Arzallus de ser delegados de de la izquierda”, relata.

“Por eso sorprende ver a Garaikoetxea con el puño en alto”, dice sonriendo. “Y por eso no creo en la existencia de los bandos: en la sociedad vasca hay muchos ejes que no van en la misma dirección, sino que son ejes cruzados por muchas dicotomías y temas, y cada eje supone enfrentamientos con unos y sintonías con otros”.

En Bildu sucede lo mismo incluso más allá de lo ideológico. “Hay un colectivo muy importante que cree que cuanto más éxito tenga Bildu menos posibilidades tiene ETA de existir y que está trabajando para que eso sea así. Y hay gente de Bildu que siempre ha tenido sintonía con ETA y que no tienen más posición que la que la propia ETA tenga”, comenta.

“La gente que otorga primacía y protagonismo a ETA está ahí, no ha desaparecido del País Vasco de la noche a la mañana, y es gente que ha votado a Bildu, no nos engañemos”. “Bildu todavía no ha roto con ETA, ha hecho condenas, pero procede del mismo núcleo”, asegura.

En su opinión esa mezcla les pasará factura: “Hacer oposición a lo que entienden como imposiciones y hacer frente común en cuestiones culturales es una cosa, pero a la hora de gobernar surgirán inevitablemente las discrepancias”. Por eso mismo cree que el efecto Bildu se diluirá en parte.

“Los que somos de costa sabemos que si sacamos una fotografía a la ola cuando está en el punto más alto no es representativa. Bildu se ha beneficiado de unas circunstancias extremadamente favorables, lo que no quiere decir que la marea no esté alta, pero la ola bajará y la marea quedará donde deba quedar”. Ese lugar, en cualquier caso, “no será residual, ni mucho menos”.

“Aquí dentro también hay muchas sensibilidades: el nacionalismo castellanoparlante y el euskaldún no es el mismo, como tampoco el urbano y el rural, el de la costa y el de interior”, dice. “Pero no seremos frentistas”. Es por eso por lo que no descarta a nadie para pactar, ni a Bildu de quien se reconocen en “mayor sintonía en cuestiones culturales y lingüísticas”, ni al PSE “con quienes hemos pactado el grueso de las infraestructuras, tanto en el Congreso como en el Parlamento Vasco”.

“Las treguas no son un error”

Se confiesa optimista aunque no sabe “si esta es la buena”. “A lo mejor tiene que haber una más que permita consolidar la situación, pero en cuanto a que a partir de ahora no habrá más atentados y si los hay serán residuales, sí, soy optimista”. Y si esta es la buena es, en su opinión, porque antes hubo otras: “Las treguas nunca han sido idénticas a las anteriores, las sucesivas se alimentaban de las experiencias anteriores. Es posible que la última tregua no hubiera tenido lugar sin la de Lizarra y que la actual sea causa de la anterior. Cada una aporta a su textura la experiencia acumulada de las anteriores. Por eso no comparto la tesis de quienes creen que las treguas son errores”.

Erkoreka considera que todas las treguas “han tenido su aspecto positivo y han entrañado sus lecciones”. “Por eso creo que la última fue mejor que la de Lizarra y que la actual es incluso mejor que la anterior porque, aunque el escepticismo social es generalizado, hizo posible que la capacidad operativa de ETA haya quedado disminuida y, sobre todo, que la conciencia antiviolenta de la sociedad vasca está en máximos históricos”, asegura. “Incluso en los mismos entornos políticos que tradicionalmente han sentido comprensión y cercanía a la actividad armada de ETA la actividad terrorista tiene unos niveles de popularidad más baja que nunca”.

Él ha sido partidario de la legalización de Sortu “porque creo que cumple las condiciones requeridas”. “Ya no tiene ningún sentido ilegalizar una formación política que condena la violencia, que hace declaraciones inequívocas de rechazo y cuyos miembros están obligados a un pacifismo incontestable” gracias a la reforma de la Ley y a riesgo de perder sus actas.

Sin embargo “existe una normativa que posibilita que una persona incurra en un delito por poner en marcha una actividad estrictamente política”, dice en referencia a la Ley de Partidos, “aunque no haya nada que se pueda relacionar con la violencia, ni armas, ni extorsión, ni presión, ni bombas”. En su opinión “no tiene ningún sentido” porque implica aplicar “una normativa que fue concebida para un contexto distinto y que ahora resulta anacrónica”. Levanta las cejas y sigue. “Bajo mi punto de vista resulta poco democrático que se siga manteniendo un proceso contra personas cuya actividad se ha limitado estrictamente a lo político”.

Apuesta real, pero sin autoridad

Sí percibe una “brecha” en el seno de la izquierda abertzale “desde el momento en que ETA declara su voluntad de seguir viva y hay gente que dice que ETA estorba para la consecución de los objetivos marcados”. Sin embargo no cree que la izquierda abertzale tenga “autoridad suficiente para imponerle su criterio a ETA y exigirle que abandone la violencia”.

En su opinión, la “apuesta por la paz” de la izquierda abertzale “es auténtica, sincera y real”, pero “lo que muchos esperábamos de que tuvieran el coraje de gritar e imponer su criterio con autoridad hasta la fecha no lo he visto. Y dudo que se vaya a producir”, dice con rostro serio.

Conoce a gente amenazada, a víctimas de ETA, a gente que ha sido de ETA y a gente que ha sido maltratada en alguna comisaría. Parece una tónica en Euskadi que todos se conozcan. Pero él percibe “murallas” entre unos y otros. “Muchos son gente que ni han hablado, ni se conocen entre sí y resulta muy complicado que lo lleguen a hacer”, dice.

“Hay experiencias de aproximación entre víctimas de diferente género y víctimas y victimarios, pero siempre cuando se es capaz de saltar esas murallas de tipo social y político”. De hecho, en su opinión, “ni las víctimas de ETA son iguales entre sí”. “No es una cuestión de jerarquías, no hay más víctimas que otras, pero no hay dos víctimas iguales”.