Santiago Abascal (Fuente: Vox)
Santiago Abascal (Fuente: Vox)

🛶 La marea verde

Tras el 28M algunos hablaban de ‘ola azul’ para describir la crecida del PP. En realidad lo que había era resaca naranja, porque fueron los votos que antes tenía Ciudadanos los que hicieron eso posible. Y, por debajo de todo eso, una marea verde. No crece mucho, no mengua mucho, pero está ahí desde hace unos años: la ultraderecha ha venido para quedarse, al menos por el momento.

👷🏼 Punto uno: derecha obrera

En las papeleras de algunas ciudades colocan un dispensador de bolsas para recoger los excrementos de los perros. En más de una ocasión he visto a vecinos, casi siempre mayores, cogiendo una a una todas las bolsas hasta dejarlo vacío. El otro día volví a ver la misma escena, pero esta vez me quedé merando fijamente a la señora en cuestión hasta que estuve a su altura.

“¿Quieres una?”, me preguntó al darse cuenta cuando llegué a su lado. “Mujer, estaría bien que dejara alguna para los demás”, le contesté, mientras seguí andando, ya sin mirarla. Farfulló algo a mi espalda que no alcancé a entender del todo, pero que era algo así como ‘para algo pago unos impuestos tan altos’.

Unas calles más arriba hay un centro de salud que en los últimos años ha perdido a buena parte de sus efectivos. Hicieron grafitis en la puerta criticando a la presidenta de la Comunidad de Madrid, y algunos vecinos voluntariosos -muchos, mayores como la vecina de antes- convocaron manifestaciones y protestas en defensa de lo público. Hasta llegaron a pasar la noche allí una vez como protesta. 

Unos días antes de la anécdota de las bolsas de perros hablaba con un conocido, transportista él, que por un problema importante de salud está sin poder trabajar. Estaba jodido porque quería hacerlo, y le habían dicho que quizá no pudiera y pasara a cobrar una compensación.

La conversación la tenía unos días antes de que el equipo de fútbol de mi hijo ganara la liga del distrito. Pasaron entonces a jugar con el resto de los campeones de los otros grupos. Me llamó la atención, al repasar la lista de goleadores de una y otra competición, un detalle: en la liga regular había que hacer mucho scroll para encontrar nombres y apellidos ‘españoles’, mientras que en el torneo de campeones apenas había nombres y apellidos de origen extranjero.

Creo que ya he comentado en alguna ocasión que vivo en un barrio del sur teóricamente obrero de Madrid, en el distrito de Villaverde. 

Ayuso, para sorpresa de nadie, volvió a ganar las elecciones en mi barrio, como sucedió en 2021. No sé qué votó la señora de las bolsas, pero sí sé que mi conocido no votó a la izquierda. Y, por mera estadística, diría que muchos de los que se manifestaban por el centro de salud tampoco lo hicieron. También, por estadística, diría que lo mismo pasó en muchas de esas familias de origen inmigrante cuyos hijos juegan y van a clase con los míos.

Hablar de estas cosas es complicado. Escribí un artículo hace seis años llamando precisamente la atención sobre el hecho de que los movimientos más conservadores no crecen por el apoyo de las élites económicas que quizá los hacen posibles, sino por la movilización de las capas obreras. Hace unos días, ya con la ultraderecha desplegada en la política española, Carlos Rocha y Emma Esser (exalumna, qué emoción) firmaban una pieza sobre cómo Vox se ha colado en los barrios de rentas más bajas de todo el país.

Cuatro años atrás, cuando Más Madrid perdió la alcaldía de Madrid, sí ganó en mi barrio. Lo hizo por poco, eso sí. Otro vecino, que les había votado, me contaba enfadado que a la hora de la verdad la zona había mejorado cuando estaba el PP ‘porque ellos al menos trajeron el metro’. Y soltó una frase que se me quedó grabada: “el olor de las magdalenas no llega a las afueras”, en referencia a que ciertas políticas de Carmena parecían hechas sólo para barrios del centro.

Mucho del voto de la derecha es ya de periferias. No es casual que el PP se haya hecho con importantes bolsas de voto no ya en los cinturones urbanos, sino también en extensiones amplias de Andalucía, Extremadura o Castilla-La Mancha mientras expandía las que tenía en Castilla y León. 

Las recientes autonómicas de Madrid no hacen sino confirmar la tendencia, como se ve en este gráfico de Miguel Artola hecho con datos del INE: Vox es el partido más transversal en cuanto a renta de sus votantes.

💁🏻‍♂️ Punto dos: izquierda elitista

Eso no sucede de pronto. Que el sector taurino o de la caza apoye a la derecha no sorprende, pero sí debería hacerlo que también lo haga parte importante del sector agrario o ganadero. Los incidentes de Lorca el año pasado o de Salamanca hace unos días son aldabonazos que deberían retumbar en la izquierda rural de siempre. 

Mientras, la izquierda de ahora se ha aferrado a las grandes regiones urbanas con peso económico, a excepción de Madrid y Málaga. Dirás, no sin razón, que esto es algo más complejo de lo que se puede explicar con una serie de anécdotas de barrio. Esa retahíla de vivencias tiene, claro, denominadores comunes.

Muchos de sus protagonistas son parte de los llamados ‘perdedores de la globalización’. Se trata, a grandes rasgos, de trabajadores poco cualificados, o cualificados y que no encuentran acomodo en el sistema actual, que ven amenazados sus activos económicos -para ellos porque hay inmigración que les disputa el trabajo- o su sistema de valores -territorio, fe, identidad-.

En los argumentarios actuales de la derecha hay significantes vacíos pero pasionales (‘Libertad’, ‘Que te vote Txapote’). Mientras, en la izquierda, se espera de la ciudadanía una reflexión ponderada que se evidencia en la incredulidad del PSOE con los resultados del 28M: ‘si hemos gestionado bien en circunstancias tan difíciles, ¿por qué este castigo?’.

La polarización funciona. Eso ayuda a explicar que la gente perciba el entorno peor de lo que reconoce su propia situación, según el CIS de hace unos días: hay más víscera que razón. Una muestra de la discrepancia:

Situación económica propia:
🟢 Buena o muy buena: 68,4% 
🔴 Mala o muy mala: 19,2% 

Situación económica de España: 
🟢 Buena o muy buena: 32,3% 
🔴 Mala o muy mala: 56,9%

En su día Ciudadanos supo erigirse como la alternativa moderna a quienes no querían pagar impuestos porque vivían en zonas donde eso no les revertía en servicios públicos. Los ‘PAUers’, que así llamó Jorge Dioni a todos esos jóvenes profesionales con aspiraciones de medrar socialmente, eran una forma de rejuvenecer al votante conservador. Pero el cambio de tendencia política pasaba por conquistar, además de ese, un feudo que se tomaba por ser de izquierdas: la periferia.

Por eso, en paralelo, la derecha más tradicional -PP y ahora Vox- tendió puentes con otros sectores. No es casual, ya lo he comentado en alguna ocasión, que la COPE tenga programas como ‘Agropopular’ (que se parece, en el nombre, al ‘agropopulismo’ que describía hace unos días Juanlu Sánchez) o ‘Poniendo las calles’, dedicado a los trabajadores nocturnos. Mientras, en la SER, hay debates políticos con finos analistas.

También hablé hace unas semanas con otro amigo, de otro barrio más céntrico. Es uno de esos en los que Más Madrid gana por goleada porque quizá allí las protestas funcionan mejor. Me decía no sin ironía que los cumpleaños infantiles del lugar solían ser sin azúcar. Luego hablamos sobre los perfiles de los padres de las criaturas, todos con formación superior -como nosotros dos- y con profundas preocupaciones políticas. Dos mundos distintos.

Me hizo pensar en ello un hilo de tuits de Antonio Maestre de hace unos días, a cuenta de las burlas sobre que Alberto Núñez Feijóo no supiera hablar inglés:

Ahora, extrapolémoslo al vicepresidente torero de la Generalitat Valenciana gracias a Vox. O recordemos aquella chanza del ‘núcleo irradiador’ de Errejón. Por eso, con peor fondo que forma, Sánchez ha dicho lo del ‘feminismo incómodo’: es consciente de que ciertos debates como hablar de ‘todes’ generan más rechazo que apoyos cuando la derecha se ha hecho popular y la izquierda elitista.

El presidente sabe que el precio a pagar por tensar ciertas fragilidades puede ser acabar dando paso a gobiernos en los que no se hable siquiera de violencia de género. ¿Muera la inteligencia? Quizá. Pero la alternativa, ante el sueño de la razón, ya sabemos cuál es.

🤔 Uniendo los puntos

Los que votan a Vox no son sólo nostálgicos del franquismo, ni ultraconservadores recalcitrantes. Pensar eso es, de nuevo, despreciarles. Muchos también son, como pasó con el primer Podemos, rebotados del sistema. Gente que se siente amenazada, que cree que las propuestas de la izquierda hablan de problemas que ellos no tienen, aunque luego su gestión sí los aborde. Gente que piensa que, aun siendo vulnerables, vivirán mejor con políticas liberales y conservadoras porque perciben que les afectan más los impuestos, la inmigración o la pérdida de valores. Y que al plantearlo reciben burlas y desprecio.

El desenganche con la izquierda de muchos trabajadores y españoles de zonas periféricas no es sólo por el ‘sanchismo’, sino por desesperanza. Porque, como cuando el 15M, es difícil imaginar un futuro mejor. Y ante eso hay quien quiere verlo todo arder.

Toca nadar y guardar la ropa ante lo que esté por venir. Pero, hablando de impuestos, si por alguna de aquellas tu declaración de la Renta sale a devolver no te lo cobres en bolsas de cacas de perro, que son de todos. Al menos mientras aún nos queden cosas que sean de todos.

Descansa, te escribo de nuevo en unos días 👋🏻