«¡Dios mío, volver a La Moncloa! Ya estuve allí y no quiero volver». Cinco meses han bastado para que Alfredo Pérez Rubalcaba pasara de pronunciar esta frase en una entrevista concedida a El País Semanal a engrosar la lista de los vicepresidentes españoles.
Con su nombramiento como nuevo vicepresidente primero, España cuenta ya con diecisiete a lo largo de su breve historia democrática y el Ejecutivo de Zapatero ha contribuido de forma decidida a ampliar el número de miembros de tan exclusivo club.
Uno de cada tres vicepresidentes de nuestra historia, cinco de los diecisiete, llevan el sello de Zapatero, a pesar de que hasta septiembre de 2009 era el Gobierno que menos tiempo ha estado en La Moncloa. María Teresa Fernández de la Vega, Pedro Solbes, Elena Salgado, Manuel Chaves y el propio Rubalcaba son, como nombres de confianza del presidente del Gobierno, buena muestra de los distintos momentos que ha atravesado el Ejecutivo.
No ha sido la única novedad que ha introducido Zapatero en lo que a las vicepresidencias del Estado se refiere. En primer lugar, él creó la primera vicepresidencia tercera el año pasado; segundo y más importante, nombró a las dos primeras mujeres que han ocupado el cargo: De la Vega, que también fue la primera mujer que presidió un Consejo de Ministros, y Salgado.
El actual es el gabinete que más vicepresidentes ha tenido en menos tiempo si no se cuentan las circunstancias especiales de la convulsa etapa de la UCD en plena Transición democrática: hasta cinco hombres fueron pasándose la vicepresidencia, a razón de más de uno al año, entre 1977 y 1982; sólo uno de ellos mantuvo el cargo durante prácticamente todo el Gobierno, Manuel Gutiérrez Mellado, el general al que Adolfo Suárez situó en La Moncloa y que pasó a la historia por encararse con Tejero y los golpistas durante el 23F.
De la convulsión a la estabilidad
Enrique Fuentes, Juan Antonio García Díez, Rodolfo Martín Villa, Fernando Abril-Martorell o Leopoldo Calvo-Sotelo, que más tarde presidiría el Ejecutivo, fueron los primeros designados para susurrar en el oído de los inquilinos de la Moncloa durante el Gobierno de la UCD, pero ninguno llegó a los ocho meses en el cargo. El récord de fugacidad lo conserva García Díez, que sólo ejerció durante cuatro meses y dos días.
Otra curiosidad histórica más: si el de Zapatero es un Ejecutivo prolífico a pesar del poco tiempo que lleva gobernando, el del también socialista González fue todo lo contrario. A lo largo de los 14 años que duró su Gobierno, el más largo de toda nuestra democracia, sólo dos personas ocuparon la vicepresidencia.
El primero de ellos Alfonso Guerra, el que más tiempo sostuvo la cartera de la vicepresidencia -nueve años- y, a la vez, el más atípico de cuantos ha tenido el país por su no siempre bien avenido matrimonio con Felipe González.
El autor de la frase «quien se mueve no sale en la foto» ha sido uno de los pocos que ha conseguido escapar a la implacable evidencia de sus palabras, tan utilizadas en la política actual y una muestra más de cuantas dejó para la posteridad. Su supervivencia en el cargo a pesar de que en ocasiones hizo mayor papel de oposición que la oposición misma terminó con la dimisión del polémico vicepresidente por un supuesto caso de corrupción que salpicó a su hermano y al Partido Socialista.
La última legislatura de González no sólo pasará a la historia por ser la segunda que no concluyó con su mandato, sino también porque ha sido la única de la democracia en la que hubo un periodo sin vicepresidencia. La dimisión de Narcís Serra cuatro años después de suceder a Guerra a causa de la revelación de que agentes de inteligencia habían estado espiando a destacadas personalidades del país, incluyendo al Rey, dejó a González como única cabeza del Ejecutivo.
Guerra, De la Vega y Rato, los más longevos
La lista de nombres se completa con los que el ex presidente José María Aznar eligió para tener consigo durante su Gobierno, destacando por encima de todos Rodrigo Rato, que ocupó el cargo durante ocho años y se convirtió en el segundo más longevo de nuestra democracia.
Junto a él, nombres como los de Francisco Álvarez Cascos, hombre fuerte de la primera legislatura popular, o Mariano Rajoy, el apoyo clave de la segunda. Sólo su nombramiento como sucesor de Aznar le hizo abandonar el cargo, haciendo que Javier Arenas ocupara la cartera durante los pocos meses que quedaron hasta las elecciones de 2004, convirtiéndose en uno de los vicepresidentes más breves de nuestra democracia con apenas siete meses y medio de mandato.