Miércoles por la mañana. Pleno en el Congreso de los Diputados, sesión de control al Gobierno. A la hora de preguntar al presidente, los políticos suelen atacar directamente, sin esperar al turno de réplica. Duran i Lleida no lo hace así. Su pregunta es corta y concreta. “Señor presidente, querríamos conocer las políticas que impulsará el Gobierno respecto a los jóvenes, muchas gracias”. Y se sienta. Zapatero, depié en su escaño, hila el conjunto de medidas de su Ejecutivo.
Turno de réplica. Durante la pregunta, Duran no ha gastado nada de tiempo, con lo que puede rebatir los argumentos del presidente con calma. Empieza atacando. “Las estadísticas desmienten sus datos positivos”, dice, y empieza a ennumerar los datos ofrecidos por el Eurostat sobre paro juvenil en España, la edad de emancipación y la carencia de formación de la que se quejaban los manifestantes contra el Plan Bolonia. “La juventud no es prioritaria para su Gobierno”, apostilla. El presidente, con mucho menos tiempo para replicar, apela a la paciencia y al “queda mucho por hacer, pero…”.
Es el estilo de Josep Antoni Duran i Lleida, cara visible de Convergència i Unió, tercera fuerza en el Congreso, un hombre que vive a caballo entre Madrid -de lunes a jueves- y Barcelona -el fin de semana-. Las gafas de colores más famosas del Congreso esconden un hueso duro de roer.
Él, que pasa por ser uno de los políticos mejor valorados del país, que presume de ser parte de un partido “central y moderado” y “capaz de pactar con todo el mundo”. Él, el mismo que invitó hace unas semanas abría la caja de Pandora al instar al PP a presentar una cuestión de confianza contra el Gobierno. El mismo que defiende las convicciones firmes de su partido que, pese a ser impopulares, no cambia.
El mejor ejemplo, la política migratoria que defiende CiU y que durante las últimas elecciones generales les llevó a engalanar las calles catalanas con un cartel en el que se leía “En Cataluña no cabe todo el mundo” sobre un subtítulo clarificador: “Respetarán Cataluña”.
El rincón catalán
Tras el Pleno toca esperar. Tanto que más que “Un día con…” esta nota estuvo cerca de convertirse en un “Esperando a…”. Más de una hora paseando por la zona donde están los despachos del grupo parlamentario, algo de tiempo para ver la zona. Las salas se distribuyen en un pasillo en un lateral de los edificios del Congreso. Sobre las mesas del pasillo, la prensa, la catalana incluida. Detrás de la puerta de uno de los despachos, una cuatribarrada enrollada. En otro, una pequeña bandera catalana en una corchera. Es como si un pequeño pedazo de Cataluña se hubiera trasladado a Madrid.
Los despachos se disponen en paralelo, uno junto a otro, salvo el de Duran. La sala en la que él trabaja es grande y muy luminosa, con algunos sillones en un lado. Bajo la mesa central, recuerdos de otros países. El portavoz de CiU es, además, el presidente de la Comisión de Exteriores del Congreso, que se reúne por la tarde.
Pero antes, una agenda espartana. Tras hacer la pregunta ante el Pleno, un almuerzo. Después, una entrevista con odontólogos, luego otra con empresarios referente a la retirada de la publicidad de RTVE. Más tarde, una entrevista que finalmente tendrá que anular, y una comida de prensa. Por último, la Comisión de Exteriores.
Tarde con Moratinos
A las 16.30 se abre la sesión. El ministro Moratinos les visita. Dicen los rumores que Duran i Lleida siempre ha tenido el deseo oculto de ser Ministro de Exteriores algún día. Al preguntarle él, serio, zanja el tema: “Déjalo como un rumor”. Vuelta a la pregunta, vuelta a la respuesta: “Insisto, déjalo como un rumor, no tengo nada más que añadir“.
Se sienta en medio de una mesa para siete. A su derecha, el ministro de Exteriores. Delante de ellos una sala grande que no suele acoger estas reuniones. La comisión Constitucional, a la que ha asistido la vicepresidenta De la Vega, ha desplazado al grupo. En la sala un puñado de políticos, entre los que destaca el ex ministro Pedro Solbes, y algunos periodistas.
En dos horas apenas da tiempo de que el ministro dé cuenta del punto de vista del Gobierno sobre cómo van las cosas en el Exterior y que tres grupos repliquen. Jordi Xuclà, de CiU, Gustavo de Arístegui, del PP, y Elena Valenciano, del PSOE. Duran escucha y reparte los turnos de palabra, nada más.
La sesión es tan densa y tan lenta que se prolonga en la tarde. Tanto que los asistentes se levantan en un goteo continuo a servirse café de una mesa instalada en la esquina. Duran no, él aguanta estoicamente hasta la segunda hora de sesión. Sólo entonces, cuando algunos empiezan a dar por concluida una jornada que comenzaba a primera hora de la mañana, Duran bosteza por primera vez. Mientras, de fondo, Moratinos sigue desgranando puntos…
Le diría que España es una realidad plural, que hay mucha gente en Cataluña que no siente a España como su nación, que eso no encierra ningún sentido peyorativo, que España es una realidad profunda e histórica, pero que sólo la entienden y comparten a partir de que se les permita ser catalanes y, por tanto, se les permita identificarse nacionalmente con Cataluña. Aceptarían España como nación de naciones, o como Estado plurinacional.
Se ha de respetar ese sentimiento como nosotros hemos de respetar a aquellos millones de ciudadanos españoles que sienten que España es una nación, incluso a esa mucha gente que en Cataluña entiende que su nación no es Cataluña, sino que es España.
Pues porque después del Estatut de Cataluña han venido las reformas de los otros Estatutos. No quiero dejar de recordar que el de Andalucía es prácticamente una copia del de Cataluña. Y el sistema de financiación que cerremos para Cataluña será el que se extienda para todas las Comunidades Autónomas.
Nosotros no vamos sólo a pedir, vamos a contribuir, porque más allá del Estatut y la financiación, Convergéncia i Unió hace aportaciones semanales que son positivas para todo el Estado.
No. Para que haya elecciones anticipadas se han de dar un par de circunstancias. Por una parte, que el Gobierno las convoque, y no veo en este sentido ningún interés en hacerlo; por otra, que exista una mayoría alternativa que obligue a ello, que tampoco existe.
El Gobierno, amparándose en los partidos pequeños, tiene suficiente para poder garantizar la aprobación de los presupuestos y su continuidad.
Dije que si yo fuera dirigente del PP y ganase las elecciones, dada la ineficacia del Gobierno, presentaría una moción de censura para visualizar una alternativa. El PP contestó ‘usted ocúpese de lo suyo’, y tienen toda la razón, pero yo tenía la necesidad de expresar lo que ya he expresado.
Esto a Convergència i Unió sólo le permitiría un posicionamiento: si el presidente del Gobierno se sometiera a una cuestión de confianza, votaríamos en contra. Pero también que quede claro que si el partido de la oposición presentara una moción de censura, como ésta conllevaría la presentación de un candidato, también votaríamos en contra. Es una posición de equilibrio: decir no a la confianza de Rodríguez Zapatero, pero también decir que no a la confianza vía moción de censura en un candidato alternativo como es Rajoy.
Las críticas vienen de gente que no comparte nuestra política de inmigración. Yo lo vuelvo a afirmar: en Cataluña no cabe todo el mundo, en España no cabe todo el mundo. Nos gustaría, pero racionalmente hemos de entender que no podemos asimilar toda la inmigración que pueda venir. La mejor prueba es que cada vez estamos acotando más la llegada de inmigrantes, que la estamos condicionando a la obtención de permisos laborales.
La inmigración sin freno es un problema. Otra cosa es que humanamente seamos conscientes de que son personas y que, como tales, tienen unos derechos. Pero políticamente el gobernante tiene que ser consciente de que no puede entrar todo el mundo.
Nota: Esta historia se publicó en dos partes, la primera aquí y la segunda aquí