Alberto Núñez Feijóo, en un acto de partido (Fuente: PP)
Alberto Núñez Feijóo, en un acto de partido (Fuente: PP)

🔊 Escalada argumental

Pedro Sánchez ha decidido ir a la guerra. Una semana después de convocar elecciones anticipadas, el PSOE ha endurecido, y de qué manera, el tono. Cunde la idea de que si los buenos datos de su gestión no han bastado para tener un resultado electoral acorde, hay que ir al cuerpo a cuerpo entrando a todas las polémicas y abriendo unas cuantas más. 

🪖 Punto uno: a las barricadas

Perdón por empezar hablando de Madrid, porque siempre parece que todo pase en la capital cuando no es así. Pero el punto de inicio de toda esta historia parece claro: la apabullante victoria de Isabel Díaz Ayuso en las elecciones autonómicas que decidió adelantar en 2021, que se ha vuelto aún mayor en este 2023. 

Los datos hablan solos: en cuatro años la presidenta ha pasado de 30 escaños a 65 primero y 71 después: de sumar para gobernar a lograr mayoría absoluta.

¿Cómo lo ha conseguido? La respuesta de este 28M parece clara: absorbiendo a Ciudadanos. Pero esa es la consecuencia. La causa es la estrategia, que ha consistido en polarizar para aglutinar. Ayuso ha sabido, con un plan muy marcado, estar en medio de todas las salsas. Ella misma lo dejó claro: su idea no es confrontar con el rival autonómico sino contra La Moncloa. “Madrid es España”, dijo, y sonó a que ella era España.

La estrategia de Ayuso logró en 2021 disparar la participación, algo que se pensaba que se debería a la movilización de la izquierda. Error: activó a la derecha. Y, visto con perspectiva, quizá tampoco ayudó que Pablo Iglesias fuera el antagonista, ya que facilitó que colocara la idea de ‘nosotros o ellos’, literalmente “comunismo o liberad”.

Sánchez busca copiar esa estrategia. Hasta ahora se había comportado como un hombre de Estado, basando su campaña en la gestión, que era el teórico campo de batalla de Feijóo. Sacaba pecho porque bajo su mandato se han puesto en marcha muchas políticas sociales, ha mejorado sustancialmente el mercado laboral y se han encadenado acuerdos entre los agentes sociales. Pero ninguno de esos datos ha bastando para contrarrestar el relato de Ayuso, y eso ha llevado a Sánchez al barro.

La ventaja se basa en lo intangible. Desde Madrid se influye en muchos resortes mediáticos, que han ayudado a generar un estado de opinión ‘contra el sanchismo’, sea eso lo que sea. No es casual que tras el ‘fenómeno Ayuso’ sea Miguel Ángel Rodríguez, experto en estas lides

Según la visión socialista de los hechos, el voto del 28M no responde de forma directa a que el Gobierno haya hecho las cosas mal, sino a que ha funcionado la campaña contra Sánchez, que ahora representa para muchos todos los males del país. Es algo mucho más emocional, en este caso negativo, que racional. El relato habría matado al dato.

El éxito reside en que no importa que el relato sea falso. Desde la óptica socialista todo esto se demuestra cuando votar igual que EH Bildu en el Congreso está mal si lo hace el PSOE, pero bien si en el País Vasco lo hace el PP. O cuando hay compras de votos y se vende como un indicio de un ‘pucherazo’ perpetrado por el PSOE aunque el único detenido que sigue en la cárcel resulte ser del PP. O cuando votar en julio supone un problema aunque en Galicia Feijóo hiciera lo mismo tres años antes. 

El marco ya está fijado por Ayuso. Se ve en Feijóo y su “Pedro Sánchez o España”, y ahora también en el PSOE y su “derechos o derechas”.

♟️ Punto dos: colocando las piezas sobre el tablero

Mientras el combate dialéctico avanza por un lado, el estratégico avanza por otro. El PSOE busca devolverle al PP lo recibido, obligándoles a pactar con Vox para conseguir cerrar los gobiernos de los muchos lugares en los que han ganado sin mayoría absoluta. Sostenerse en Ciudadanos, como hasta ahora, era aceptable. Gobernar con la ultraderecha son palabras mayores, sobre todo si tu candidato oficial intenta vender imagen de sosiego y moderación.

El argumento es el mismo, pero al revés: si a un electorado le parece una abominación pactar a la izquierda, hay que movilizar al otro asustando con posibles pactos a la derecha. Y en ese contexto, unos y otros, no sólo PP y PSOE, van tomando posiciones de cara a las elecciones generales que se acercan. Y ya hay movimientos en todos los ejes.

Sucede en Cataluña, donde los socialistas han logrado recuperar uno de sus graneros de votos más tradicionales tras suturar la cicatriz del ‘procés’. La consecuencia, claro, es que quienes han sido sus -más o menos- socios intenten guardar sus ropas antes de nadar: ERC se inclina por acuerdos con independentistas antes que con el PSC para cerrar filas frente a lo que pueda venir de Madrid en caso de victoria de la derecha. La respuesta llega en forma de llamada a la coherencia ideológica.

También sucede en Euskadi, donde la polarización nacional ha tenido un efecto colateral inesperado: a fuerza de poner a ETA en el centro de la campaña, EH Bildu ha logrado multiplicar su popularidad y la ha transformado en cuota de poder. Y eso, aunque EH Bildu ha resultado ser un apoyo más fiable que ERC, no son buenas noticias para el PSOE.

En primer lugar porque la sombra de años de violencia es alargada, y pactar con ellos sigue siendo delicado. En segundo, porque el PNV es un socio estratégico que hace posible que el PSOE siga teniendo fuerza en la región. Y, sobre todo, porque el PNV es una de las pocas fuerzas no nacionales capaces de inclinar la balanza del poder a uno u otro lado, como bien sabe Rajoy

Así las cosas, el PNV ve peligrar su posición hegemónica en el nacionalismo vasco por el repunte de EH Bildu y manda un mensaje al PSOE. La respuesta no se ha hecho esperar: hay medios que deslizan que los socialistas se plantearían pactar con UPN y PP para descabalgar a EH Bildu de Navarra y Vitoria en una jugada inverosímil que, sin embargo, tiene precedentes parecidos con Geroa Bai en 2007. Otros partidos, otro contexto, pero un mismo problema de fondo. Y, en cualquier caso, una alianza demasiado valiosa como para arriesgarse a perderla.

🤔 Uniendo los puntos

Con todo, parece que asoma una campaña política muy desagradable. Una en la que gritar más alto se impondrá a presentar un mejor plan para la ciudadanía. Una en la que las estrategias para sumar en el Congreso pueden condicionar una política municipal y autonómica que vuelve a estar al servicio de las lógicas nacionales. Una en la que, además, España y Europa se juegan mucho. Porque más desagradable que la campaña puede acabar siendo el resultado de las elecciones.

🪡 Puntadas sin hilo

Retomo una sección que puse en marcha hace algunas semanas: tres apuntes sobre cosas que no están hilados con el tema de arriba, y que no parecen ser políticas, pero que tienen mucho que ver con política:

1️⃣ Centro. Estamos tan acostumbrados a ver a España en el centro del mapamundi que cuando viajas a Asia y la ves pegada al margen izquierdo te parece raro. La realidad, sin embargo, es que en cada continente el mapa del mundo se ve distinto, como recoge en este artículo Gonzalo Prieto. No estar en el centro hace tener otra perspectiva.

2️⃣ Dirección. De todas las formas de poder blando que hay, los idiomas son una de las más importantes. Que el inglés sea la lengua franca del mundo, sin ser la más hablada, condiciona por ejemplo que sus productos culturales sean los más consumidos. Pero por seguir buscando perspectivas distintas, ¿te has planteado alguna vez que la maquetación de las páginas cambia en función del idioma? Por ejemplo, el árabe o el hebreo se escriben de derecha a izquierda, de modo que la versión nacional de Haaretz es distinta a su versión internacional, igual que sucede con Al Arabiya nacional o internacional.

Máquina de escribir portuguesa, de tiempos de Salazar (Fuente: Wikimedia Commons)

3️⃣ Orden. Siguiendo con lo anterior, cada idioma tiene unas palabras, y en consecuencia usa unos caracteres con mayor o menor frecuencia. En nuestro idioma, la distribución de cualquier teclado es la ‘QWERTY’, llamada así por las cinco primeras letras, y es la más común en todo el mundo. Pero existen otras versiones minoritarias, como sucede con la de AZERTY francesa o la QWERTZ alemana. Hubo otra, la HCESAR lusa, que sobrevivió durante años como una muestra de identidad promovida por la dictadura de António de Oliveira Salazar.

Ahora sí, descansa, te escribo en unos días 👋🏻