Si asimiláramos los partidos políticos a los programas de televisión, el PP sería uno de esos ‘realities’ que nadie dice ver pero que luego lideran las audiencias. El problema es que Ciudadanos queda como los documentales de La 2: hasta la fecha siempre le ha ido mejor en las encuestas de lo que las urnas confirman.
A decir verdad, lo logrado por Ciudadanos es espectacular: son un partido relativamente joven en la escena nacional (porque es cierto que a UPyD le dio tiempo a emerger y morir siendo más joven que ellos) que se ha convertido en una fuerza que aglutina no pocos escaños en el Parlament catalán y en el Congreso. Pero ya se sabe que la política suele ser más una cuestión de sensaciones que de cifras, y vista la comparación con Podemos parece que lo de Ciudadanos es poca cosa. Y no.
El despunte de Ciudadanos tiene, además, un mérito adicional: el caladero de votos en el que ha intentado pescar es quizá el más complejo de la política patria. Sin embargo primero barrió a UPyD de la escena y, después, ha comenzado a disputarle al PP el voto moderado y liberal en núcleos urbanos. La resistencia al cambio del mundo rural y la capilaridad que da ser una fuerza hegemónica durante dos décadas salva a los populares de sufrir consecuencias graves, pero es cierto que la formación de Albert Rivera ha conseguido abrir un hueco complicado que puede augurar un futuro prometedor.
En Ciudadanos saben que el votante liberal en lo económico y no necesariamente conservador en lo ideológico está más que decepcionado con las políticas del PP
Para Ciudadanos esta campaña del 26J es muy distinta a la del 20D por un elemento de radical importancia, como es su pacto con el PSOE. Eso, que ha alejado a los socialistas de la izquierda, ha servido también a Ciudadanos para alejarse de la sombra del PP, el argumento más usado por sus rivales. Aquella firma, para la que algunos destacados dirigentes debieron ponerse una pinza en la nariz a juzgar por su hemeroteca personal, fue una inteligente jugada porque les dio la notoriedad que su cuarta posición no les otorgaba.
Ahora la campaña es distinta. Ciudadanos, con el aval de su pacto fallido con los socialistas, ha decidido ir directamente a por el PP. Siguen mostrando sus diferencias a la mínima que pueden, esgrimiendo los ataques de los populares o criticando sus subidas del IVA después de prometer no hacerlo. Y es que en Ciudadanos saben que el votante liberal en lo económico y no necesariamente conservador en lo ideológico está más que decepcionado con las políticas del PP. Y ahí Ciudadanos y su promesa de eliminar diputaciones y bajar impuestos tiene a muchos descontentos a los que seducir.
Enarbolando la bandera venezolana
Pero no contentos con eso han ido a por más. El viaje iniciático de Rivera a Venezuela no es casual: ha ido a por el votante medio del PP, el ávido lector de columnas y espectador de tertulias que tiene al país sudamericano casi como si fuera la decimoctava autonomía española. La respuesta del PP al ver la vía de agua no ha tardado: primero Margallo en un acto con Tintori y después el propio Aznar agasajándola como el Gobierno no había sabido hacer. Es una guerra abierta por el elector potencial en la que Cifuentes ha hecho un enorme despliegue.
Y es que, en comparación con el 20D, la campaña de Ciudadanos ha perdido intensidad en lo autonómico (hay algo menos de énfasis en el discurso antinacionalista) y ha ganado más ‘punch’ en lo Estatal. De ahí el giro ‘venezolano’, las diatribas económicas contra el PP…. o su famoso vídeo electoral.
Las críticas han arreciado, pero el vídeo va directo a su target: clase media trabajadora y urbana, con críticas directas a Rajoy por su inmovilismo y a Iglesias por… todo, guiño liberal incluido.
Pero Ciudadanos tiene un punto débil importante propio de ir a cazar en el nicho más disputado de la política española: que despegar es posible, pero crecer mucho es muy complicado a corto plazo. Ha encontrado su hueco y ha hecho gran parte de un camino difícil, pero las encuestas le siguen situando en un cuarto y casi irrelevante lugar.
Y es que donde Podemos ha encontrado fuerza Ciudadanos no ha podido triunfar. La radicalidad propia de la formación de Iglesias le ha permitido enarbolar la bandera del cambio, pero los críticos de la formación de Rivera ven en su moderación un continuismo del ‘establishment’. Y ese es un talón de Aquiles todavía.
Por eso su lema de campaña va en esa línea. «Cambio a mejor», marcando distancias con el cambio que propone Podemos y que para ellos, como formación renovadora pero continuista, es a peor. En tiempos de crisis el ceño fruncido y la indignación han funcionado mejor a corto plazo. Estará por ver qué papel de pactos y abstenciones toma Ciudadanos para evaluar si la moderación puede tener continuidad en un proyecto a largo plazo.