Unida pero rota, creciendo aunque amenazada: la UE respira (por ahora)
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Unida pero rota, creciendo aunque amenazada: la UE respira (por ahora)
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En septiembre de 2008 Nicolás Sarkozy propuso “refundar las bases éticas del capitalismo”. Quince años después vuelven los nubarrones y, quién lo iba a decir, nos pilla con el capitalismo sin refundar.
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Que la imagen sea parte fundamental de la política no es nuevo. Pero la dimensión que ha adquirido en tiempos de redes sociales y voto asociado a sentimientos se ha disparado. Y, tras años de auge en otros países, va llegando a España.
El cambio de ciclo político empezó mirando, sobre todo, a la izquierda. Con el tiempo, el voto de protesta se ha quedado, pero con cierto efecto rebote: ahora es la derecha más escorada la que gana terreno. Y España es sólo el último país en añadirse a esta tendencia.
El consumo televisivo ha cambiado, y también el catálogo de oferta al que podemos optar. Ahora vemos producciones coreanas o brasileñas, pero en realidad eso no quiere decir que la apuesta sea más diversa, sino más bien todo lo contrario.
El fútbol es política pura. Y la política, cada vez más, un partido entre hinchas desatados.
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Cada país es un mundo en cuestión de pactos políticos: los hay donde son imposibles por el propio sistema, como EEUU o Francia, o donde son una cuestión cultural, como en Alemania. En España llevamos unos años transitando esa senda aunque en zonas como Cataluña ya tienen alguna experiencia previa. Y la convivencia nunca es fácil.
Las televisiones autonómicas o la Justicia son campos de batalla políticos habituales. El debate es consustancial al sistema democrático: ¿deben las instituciones públicas remodelarse para responder a la voluntad popular, o deben regirse por criterios específicamente técnicos?
El populismo ha emergido en los últimos años con fuerza en un mundo sacudido por el marketing político y la desafección. Enfrente, empiezan a florecer expresiones sociales como el movimiento de las sardinas en Italia, un posible síntoma de los movimientos sociales que pueden estar por venir.
Nada nuevo es nuevo si se llama como lo antiguo. Convencidos de esa idea, los actores de la llamada ‘nueva política’ no sólo han buscado nuevas formas de hacer política, sino también de llamarla.