Ganó el PP, el PSOE siguió cayendo, los emergentes repuntaron y un nuevo partido de izquierda se convierte en protagonista de la noche. Todo ello con una abstención casi de récord: hubo más gente en casa que votando.
Este es el retrato de los 54 eurodiptados que España envía a Europa
Menos bipartidismo, pero bipartidismo
PP y PSOE suman el 49,5% de los votos emitidos, lo que dicho de otra forma es que el bipartidismo ya no tiene mayoría absoluta. El dato es histórico, especialmente cuando viene del 80,9% que sumaban en las últimas elecciones europeas. A nadie se le escapa que ambos han perdido las elecciones, digan lo que digan al salir a valorar los resultados. Hacía años que el PP, que ha ganado en votos y escaños, no salía a celebrar la victoria: ni cortaron la calle porque no había simpatizantes esperando.
Eso sí, a pesar de la debacle, entre ambos partidos siguen sumando lo que siguen sumando, y dejan al resto, ocho formaciones, como una amalgama irreconciliable.
Abstención casi récord
Los datos anteriores son más dramáticos si se ponen en contexto, porque ya es malo decir que el PP, el partido más votado, ha tenido sólo el 26,06% de los votos como para decir que, en verdad, tiene un 11% de los votos si se cuenta todo el censo. Porque nuevamente las europeas han sido una oda a la abstención, con un 54,16%. Es decir, menos de la mitad de la gente ha ido a votar.
El clavo ardiendo es que no es el peor dato (es unas décimas mejor que el de las últimas europeas), pero no deja de ser el segundo mayor dato de abstención de nuestra historia. Y eso es preocupante.
La tele sigue construyendo líderes
El fenómeno de la noche electoral ha sido Podemos, que con apenas cuatro meses de vida ha conseguido cinco escaños. El partido, heredero a su forma del 15M y de las mareas ciudadanas, ha sabido canalizar el descontento de muchos ciudadanos, esencialmente jóvenes, y darle un buen mordisco a PSOE e IU.
¿De dónde viene su éxito? Además de ofrecer un discurso que otros no conseguían dar para enganchar con una masa de votantes sin partido de referencia, la presencia mediática de su líder ha sido determinante. Desde un púlpito diminuto en una televisión local a las redes, y de ahí a los platós de las televisiones. El modelo deja sin argumentos a muchas fuerzas políticas emergentes que, durante años, se han quejado de no gozar de cobertura y presencia como los dos grandes.
IU debería poner sus orejas a remojar
Los resultados de IU no son malos porque crecen, y mucho, pero parecen pan para hoy y hambre para mañana. Acostumbrados a pescar votos en las cenizas del PSOE (siempre crecen cuando los socialistas se derrumban, y viceversa), han descubierto de pronto que han perdido conexión con los jóvenes. IU son los viejos comunistas, los de Carrillo, de otro tiempo y otro lugar. Podemos, sin embargo, es algo diferente. Parecido, pero diferente.
El PP se ha hecho poco moderado y el PSOE, demasiado
En toda elección ha habido una batalla ideológica por el centro, desde el momento en que PP ha controlado cómodamente centro-derecha y PSOE centro-izquierda. Pero eso se ha acabado. A unos y otros les han salido competidores a izquierda y derecha, unos con mayor y otros con menor éxito. Y finalmente han tomado caminos diferentes con resultados similares.
El PP ha visto reflejado el resultado de una gestión que, sobre no ser fácil por la herencia, no ha mejorado -al contrario- lo que había. Es cierto que Vox, su escisión ultraconservadora, no ha conseguido horadar demasiado (un cuarto de millón de votos, en cualquier caso), pero sí ha perdido fuerza por el centro, donde UPyD y, sobre todo, Ciudadanos en su primera irrupción nacional, le han quitado la merienda. Eso y el desgaste, claro.
Por contra el PSOE se ha hecho demasiado timorato en un momento en el que el votante de izquierda pedía más izquierda, como demuestran los resultados de Podemos e IU, además de otros emergentes menores como Equo y los nacionalistas progresistas.
Madrid, Valencia, Andalucía y Extremadura
Como una vuelta al pasado, pero sin serlo. El PP se ha derrumbado en la Comunidad Valenciana, donde sigue ganando pero con la mitad de votos, y ha sufrido un fuerte varapalo en Madrid, ambos siendo sus grandes bastiones. El PSOE, por contra, ha vivido un ‘back to basics’ aguantando el tirón en Extremadura y Andalucía, además de Asturias, dos comunidades donde ha perdido y depende de la voluntad de IU para alcanzar o no el poder.
Nacionalismos catalán y vasco
En Cataluña ERC y CiU (en ese orden, y Esquerra no ganaba desde antes de la dictadura) suman el 45,5% de los votos. En Euskadi PNV y EH Bildu suman el 50,7% de los votos, y en Navarra EH Bildu es la segunda fuerza con uno de cada cinco votos emitidos. La escalada nacionalista no parece una tendencia que vaya a acallarse ignorándola por parte del gobierno central.
Vox y Equo, más ruido que nueces
En el furgón de cola de la representación europarlamentaria hay dos nombres propios. Uno es el de Equo, que a pesar de su capacidad de movilización en redes ha sido incapaz de conseguir más que un escaño que, igual que sucede en el Congreso, no es suyo, sino que lo tuvieron que ceder a los valencianos de Compromís para lograr la coalición. Un partido regional está fagocitando a una formación que tenía vocación de fuerza bisagra y que sigue sin tener voz en ninguna Cámara.
Peor aún le ha ido a Vox, que a pesar de poner a un peso pesado como Alejo Vidal Quadras al frente no ha conseguido ni un diputado. Cierto es que ha quedado sólo un 0,5% por detrás de EH Bildu en votos, y a apenas 55.000 sufragios de la coalición de Equo, pero no deja de ser llamativo que el vicepresidente del Parlamento Europeo se tenga que quedar en España tras cambiar de tren en su viaje a Europa.
Si esto fueran españolas
Si has leído hasta aquí verás que las elecciones europeas tienen una fortísima lectura nacional. Sin embargo, no son extrapolables por muchas razones -mayor abstención, voto de castigo, coaliciones transregionales…-, entre ellas el tipo de voto. En las europeas se vota a circunscripción única, sin reparto territorial, lo que da mayor presencia (y más justa) a las fuerzas minoritarias.
Si esto hubieran sido elecciones generales, con estos mismos resultados, PP y PSOE apenas sumarían 190 escaños, mientras que IU, Podemos y UPyD se llevarían 35, 27 y 23 respectivamente. Un mapa muy diferente aunque sea, efectivamente, incomparable.
Una Europa más ultra y populista
Al margen de las lecturas nacionales, las elecciones eran europeas. Y los comicios continentales son como Eurovisión, su festival musical: un desfile de frikis. Porque sólo así se explica que en democracias más asentadas que las nuestras suceda que los populistas de UKIP ganen en Reino Unido, o que los de M5S sean segundos en Italia, o que la ultraderecha gane en Francia -con uno de cada cuatro votos emitidos- o Dinamarca. Y eso por no citar a Grecia, donde gana la ultraizquierda con los neonazis como tercera fuerza.
El sueño de la razón…
Europa ha costado mucho de construir, pero no necesita demasiado para destruirse.