Fuente: Wikimedia Commons
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Amaiur: el castillo mitológico abertzale para conquistar Navarra

La izquierda abertzale se ha unido en Amaiur, una nueva marca que sustituye a Bildu. El nombre corresponde al lugar en el que un grupo de combatientes del Reino de Navarra sufrieron el asedio y derrota a manos de las tropas de Castilla en el siglo XVI. La elección es una declaración de intenciones: dar un salto cualitativo depende de su resultado en Navarra.

 

Amaiur no existe como tal. Es un ‘pueblo calle’ de poco más de 250 habitantes que carece de Ayuntamiento propio. Pertenece, junto a otros catorce núcleos de población, al Ayuntamiento de Baztan, localidad navarra que suma unos 8.000 habitantes y que recibe el nombre del conocido valle en el que se ubica, a pocos kilómetros de la frontera francesa. Es tan pequeño el lugar que ninguno de los trece ediles del Ayuntamiento gobernado por Bildu son de allí.

Esta diminuta localidad enclavada en un idílico paisaje de verde perpetuo dará nombre a la última marca de la izquierda abertzale. Sustituye a Bildu después de que Aralar se sumara al acuerdo. Como sucede con el nombre de esa antigua escisión de HB que abrazó la democracia y condenó la violencia -el Aralar es un monte navarro unas decenas de kilómetros al sur de Baztan-, Amaiur es un referente simbólico para la izquierda abertzale.

La elección no es casual: Navarra es un símbolo irrenunciable para la izquierda abertzale en la consecución de una Euskal Herria independiente que integre los tres territorios vascos, Navarra y tres regiones francesas. Y es en Navarra donde la izquierda abertzale está centrando todos sus esfuerzos para rentabilizar el regreso de Aralar, el hijo pródigo de la izquierda abertzale.

La fractura Navarra

Desde que Aralar cristalizó como formación fuera de HB, renunció a la violencia y sobrevivió a las sucesivas ilegalizaciones tras la Ley de Partidos, la fractura de la izquierda abertzale se hizo evidente en la Comunidad Foral.

En Euskadi, Batasuna y sus distintas expresiones mantenían su fuerza en Gipuzkoa y zonas costeras de Vizcaya, pero en Navarra fue Aralar quien se llevó al electorado gracias a la dirección del carismático abogado Patxi Zabaleta, navarro de nacimiento y antiguo miembro de la mesa nacional de HB.

La herida aumentó con el nacimiento de Nafarroa Bai, una coalición que emulaba una vieja aspiración abertzale: unir fuerzas soberanistas. En el seno de NaBai se unieron Aralar, movimientos culturales, independientes tan carismáticos como Uxue Barkos y el puñado de votos que el PNV consigue mantener en Navarra. La coalición terminó por convertirse en la única expresión abertzale en la región, una expresión legal, democrática y que condenaba la violencia de ETA.

El pico en votos llegó en las elecciones forales de 2007, cuando NaBai se convirtió en la segunda fuerza más votada, con doce escaños forales. Pudo arrebatarle la presidencia a un UPN desgastado, pero el PSOE rechazó el acuerdo.

En dos zarpazos el escenario de casi una década cambió radicalmente. El primero llegó con las últimas elecciones autonómicas y municipales, cuando Bildu irrumpió con siete escaños en el Parlamento Navarro y dejó a NaBai con ocho.

Como reconoció el propio Patxi Zabaleta ellos fueron las principales víctimas del trasvase de votos, pero también se mostraba satisfecho de haber propiciado la existencia de aquella marca abertzale. A pesar de que Aralar rechazó concurrir con la coalición en aquella ocasión, el acercamiento siguió adelante y ha terminado por cristalizar en esta nueva marca electoral.

El castillo mitológico

Fuentes internas contaron a lainformacion.com hace días que se manejaba como marca el nombre del acuerdo que hizo nacer a Bildu, Euskal Herria Ezkerretik (Euskal Heria por la Izquierda), pero finalmente se ha elegido Amaiur. Y la elección no es casual tampoco. Allí, en el castillo de Maya, resistieron el asedio de las tropas castellanas un puñado de combatientes de un Reino de Navarra entonces independiente.

Tras su rendición y el saqueo del lugar, la construcción fue derruida y quemada, y en su lugar con el paso de los siglos se erigieron diversos monumentos de recuerdo y homenaje. El último data de 1982 y habla de los hombres que lucharon «por una Navarra independiente».

Hasta aquí la historia más o menos común. Navarra es, entre otras muchas cosas, un territorio cuya memoria se disputan historiadores e ideólogos de signos abiertamente enfrentados. Desde la memoria de los carlistas hasta la construcción nacional abertzale, pasando por quienes defienden la continuidad de Navarra en su régimen foral actual o quienes señalan que no es Euskadi quien debería anexionar Navarra para construir Euskal Herria, sino Euskadi quien debería ser absorbido por Navarra.

Será desde este castillo de la mitología abertzale desde donde emprenderán su regreso al Congreso quince años después, quizá por primera vez con un grupo parlamentario propio. Como recoge el acuerdo de creación de la marca, Navarra será para ellos una «exigencia política».

Su objetivo a corto plazo son «los cuatro territorios de Hego Euskal Herria teniendo en cuenta la realidad política de Navarra, adecuando ritmos y velocidades a la misma, respetando las decisiones de los navarros y navarras». Navarra, esa tierra prometida del independentismo vasco, será la que marque si hay un salto cualitativo en votos al sumarse Aralar o si la ola empezada por Bildu se deshace en la costa ocho meses después de romper.