La política es esa cosa tan rara en la que caer cinco escaños y conseguir el peor resultado de tu historia puede ser recibido con aplausos en la sede del partido, pero quedarte como estabas en escaños y ser tercera fuerza política del país en dos años de vida puede saber a fracaso.
Esa misma rareza que explica que sumar fuerzas dé peores resultados que no sumarlas, o que acumular casos de corrupción te haga dispararte en votos a costa del partido llamado a ocupar tu espectro político.
Con todo eso, el 26J deja cinco cosas que se daban por hechas y no han sucedido, y otras cinco que nadie esperaba y que ya son realidad.
Lo esperado… que no sucedió
1. Era algo que sospechábamos, pero que ha quedado meridianamente claro tras las elecciones: España no son los medios, ni las encuestas, ni las redes sociales. La realidad del país no se ve en la televisión, ni se lee en Twitter, ni la reflejan las encuestas. España sucede lejos de las grandes ciudades, de los platós y de Facebook. Y esa España cuesta medirla.
2. El resultado no es consecuencia del hastío, ni por la repetición de elecciones, ni por el verano: la participación ha sido dos décimas mayor de lo que fue el 20D.
3. El PP es inmune a los escándalos: ni la corrupción, ni la gestora del PP valenciano, ni las escuchas al ministro del Interior. Nada ha podido debilitar al partido del Gobierno en España, y dos regiones lo demuestran mejor que el resto: Madrid y Valencia vuelven a ser territorio azul.
4. Los llamados «partidos del cambio» dejan de crecer: el bipartidismo, a lomos del repunte del PP a costa de Ciudadanos, come terreno de nuevo. PP y PSOE sumarán 222 escaños, nueve más de los que consiguieron en diciembre, por los 103 de UP y Ciudadanos -que sumaron 109 el 20D-.
5. Las confluencias no se han resentido. Es cierto que han perdido votos, pero sólo una -la gallega- ha caído en escaños. El bajón de UP no hay que buscarlo, por tanto, en las aparentemente frágiles alianzas regionales -porque han demostrado ser de todo menos frágiles-.
Lo inesperado… que sucedió
1. Se sabía que el electorado del PP estaba hecho a prueba de bombas -ni siquiera el 11M supuso un gran batacazo-, pero nadie había pronosticado un repunte del voto de 14 escaños en sólo seis meses, con todo en contra y en un contexto político de bloqueo total.
2. El mapa de resultados deja una España completamente azul… salvo Euskadi y Cataluña. Lo primero no se veía desde las autonómicas de 2011, y lo segundo muestra que Podemos ha sido capaz de lo más difícil -ser hegemónico en dos regiones marcadamente nacionalistas y con voto muy repartido-.
3. IU y otras formaciones sumaron fuerzas con Podemos no tanto por los escaños que podían aportar, sino por los votos. El reto era aprovechar que la Ley electoral española sobrerrepresenta a los grandes partidos para dar el salto en diputados… pero no se ha conseguido. Al final IU + Podemos no ha sido igual al resultado de IU + Podemos.
4. Ciudadanos, que fue quien mejor jugó sus cartas durante las negociaciones pactando con el PSOE y logrando una iniciativa inesperada para tratarse de la cuarta fuerza política, se ha derrumbado en escaños. En total, ha perdido casi un cuarto de sus escaños, gran parte de los que ha subido el PP. Eso apoya la tesis de que una parte importante de su voto era prestado -y se ha ido-. Especialmente preocupante ha sido el resultado en Cataluña, su región de origen, donde hasta el PP les ha adelantado.
5. El discurso de Pedro Sánchez en Ferraz empezó por felicitar al PP y se centró en criticar a UP y sacar pecho por el fracaso del cacareado ‘sorpasso’. De nuevo, un discurso en clave interna destinado a sus militantes, pero no a los votantes: la batalla ahora será por su silla en el partido, despojado de posibilidades de gobernar, y esgrimiendo como única conquista el seguir siendo el partido hegemónico en la izquierda. La gran verdad que esconde su discurso es que este PSOE está más cerca del PP que de Podemos, al menos en lo aparente, y que Sánchez ha llevado a los socialistas a su peor resultado histórico con 85 diputados.
Con tantas rarezas parece difícil acertar. Especialmente cuando la Ley electoral distorsiona tanto los resultados.
Pero la gran verdad es que nadie acertó: España ha decidido votar de una forma en la que ni los medios, ni las encuestas, ni los analistas han sabido prever. Nadie se esperaba un panorama en el que el PP se disparara en los resultados con todo lo que ha salido a la luz en estos meses. Nadie pensaba que el ‘sorpasso’ sonaría a chiste tras los resultados. Nadie pensaba que IU y la constelación de fuerzas que se unieron a ellos no ayudarían en nada a Podemos. Nadie hubiera dicho que Ciudadanos iba a perder casi un cuarto de sus escaños, devorado por el PP.
Pero todo eso ha pasado.