Fuente: Terra
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EEUU: una campaña hecha a trozos

Una de las múltiples peculiaridades de la campaña electoral estadounidense es que en ella los candidatos no hacen una campaña: hacen muchas. Concretamente, una por cada colectivo social importante, con mensajes personalizados, promesas concretas -a veces, incluso, contradictorias- y variaciones en el discurso según el Estado en el que estén. De hecho la larguísima campaña electoral es un interminable viaje recorriendo cada rincón estratégico del país, abandonando aquellos territorios por los que no vale la pena luchar -por convencidos o contrarios- y centrando esfuerzos en colectivos supuestamente afines o electoralmente determinantes.

¿Cómo decidir qué colectivo se acerca más a los intereses de mi partido? EEUU es un país con una febril devoción por los sondeos y las estadísticas: hay mediciones de popularidad diarias, cifras de expectativa de voto y valoraciones casi cada hora. Eso sólo es posible en un lugar en el que la ciudadanía se vuelca por completo, participando en asambleas, asistiendo a las convenciones, alistándose como voluntarios para ir puerta por puerta y también cediendo desinteresadamente grandes cantidades de dinero a sus políticos favoritos. Con esas armas es sencillo conocer a tus votantes potenciales.

Hay colectivos tradicionalmente proclives a votar a uno u otro partido y colectivos que son susceptibles de variar. También hay colectivos que ganan o pierden importancia según las circunstancias y, sobre todo, las cifras del censo. A grandes rasgos, se podría distinguir cuatro grandes bloques

Mensaje por clase social

A las clases altas se les supone una mayor cercanía con el Partido Republicano, lo cual es cierto sólo en parte. Paul Ryan, por ejemplo, tenía un plan para recortar los impuestos a las clases altas con el pretexto de fomentar la inversión. Pero la lógica liberal del compañero de Romney, aunque seguramente les hizo ganar votos y donaciones económicas, también trajo consigo críticas. Romney tuvo que salir al paso para negar dichas rebajas de impuestos , aunque negándose al tiempo a subírselos.

Ricos son también los miembros del ‘star system’ cinematográfico, las estrellas de la televisión o algunos de los más conocidos jugadores de la NBA. Sin embargo, ellos han apoyado claramente a Obama. Personalidades como George Clooney o Michael Jordan, poco dado a participar en actos políticos, han prestado su imagen al candidato demócrata. En este caso, vendiendo esas ‘caras conocidas’ como una forma de acercarse a la población. Ricas también son las grandes empresas que optan por una política salomónica: dar a ambos candidatos, por lo que pueda pasar.

Donde también intentan pescar apoyos los demócratas es entre las clases desfavorecidas. Obamacare, el gran caballo de Troya del primer mandato presidencial, es un buen ejemplo. La Casa Blanca ha logrado poner en marcha un plan recurrido infinidad de veces por sus rivales, combatiendo acusaciones que hablaban de un sistema comunista y enfrentándose a las grandes aseguradoras. A cambio, ha universalizado en cierta medida la cobertura sanitaria del país y por el camino se ha garantizado un buen puñado de votos.

Pero la gran madre de todas las batallas ha sido esta vez un colectivo fundamental en la industria del país: la clase media blanca trabajadora, afectada de lleno por la crisis de la industria del automóvil y el repunte del desempleo en EEUU. Romney azuzó a Obama precisamente con las cifras del paro pero sorprendentemente parece haber sido el presidente el que ha ganado una batalla decisiva: reducciones de impuestos ,ayudas económicas al sector y una presencia continuada en las fábricas de coches desde hace años, con discursos en plena planta de fabricación, han sido decisivos. En el otro frente, el del carbón, el republicano intentó tomar las riendas.

Con una fuerte vinculación a la clase social está el origen geográfico. Las zonas costeras, con mayor fuerza económica, suelen ser prodemócratas, mientras el sur tradicional y el interior del país en sus partes rurales suelen ser más prorrepublicanas. La ‘América profunda’, los ‘rednecks’ y las áreas apartadas de los núcleos urbanos son un nicho de garantías para Romney.

Mensaje por creencia religiosa

Hasta hace unos años la batalla religiosa era por los católicos, aproximadamente uno de cada cuatro estadounidenses. El colectivo, aunque heterogéneo en su formación, solía ser más cercano a los demócratas que, no en vano, auparon al único presidente de esta religión que ha existido en el país. Pero esa tendencia se invirtió tras el mandato de Clinton. De hecho, uno de los grandes objetivos de las últimas campañas demócratas ha sido la de recuperar la confianza de un grupo que resultó determinante en algunas de las últimas elecciones. Tal es su importancia que ambos candidatos comparten mesa y velada en plena campaña para intercambiar chistes y bromas en un acto tradicional destinado a recaudar fondos y, de paso, buscar el voto católico. El ganador, como el propio Romney reconoció con sorna, fue Obama.

La duda en esta ocasión será ver la reacción del colectivo católico respecto a los demócratas habida cuenta de que Obama ha hecho claros guiños a otro grupo emergente, el gay, y a estratos sociales más jóvenes y progresistas en materia abortista.

Pero el grupo religioso estrella en EEUU es el judío. No llegan ni al 2% de la población, pero su enorme poder económico y su determinante influencia en muchos recovecos políticos de Washington les hace ser un colectivo irrenunciable. La defensa cerrada de Israel frente a cualquier enemigo no es una opción, sino una obligación para cualquier político que quiera tener fuerza real. Sólo así se explica, por ejemplo, que Obama pidiera directamente modificar el programa electoral demócrata para incluir referencias explícitas a Dios, a Israel como nación soberana y a Jerusalén como su capital. El gesto fue recibido por un sonoro abucheo de los delegados congregados en la convención demócrata.

Mensaje por origen social

Los negros han sido hasta hace poco la minoría étnica más numerosa del país. Este heterogéneo colectivo que supone sobre un 15% de la población ha sido más cercano a los demócratas, aunque con una fuerte presencia entre los republicanos con representantes políticos recientes como Condoleezza Rice o Colin Powell. Dicha heterogeneidad, laminada en cierta manera por la aparición de un candidato presidencial negro, hizo difícil en cualquier caso que ningún partido pudiera presumir de contar con su voto en bloque.

Pero el mapa social estadounidense ha cambiado. Ya no son los negros el objeto de deseo demográfico de los políticos, sino los latinos. La nueva ‘gran minoría’ ha dejado el país en pocos años como el segundo con más hispanohablantes del mundo, poniendo en marcha una profunda conversión cultural: negocios específicos, medios de comunicación en español y necesidades comunes marcan una sutil diferencia de este colectivo, mayoritariamente de origen inmigrante, respecto a los negros, estadounidenses de nacimiento.

Conscientes de la enorme importancia que iban a tener los latinos en estas elecciones, Obama sacó adelante poco antes de la campaña la ‘Dream Act’, una reforma legislativa en política migratoria que permitirá a los hijos de los inmigrantes obtener la ciudadanía estadounidense en unas condiciones ventajosas. Tanto la reforma en sí como la campaña que le acompañó dan una idea del enorme peso del colectivo en el resultado final.

De hecho, los guiños de los demócratas hacia a ellos fueron una constante: un latino presidió por primera vez la convención demócrata, una latina accedió a la Corte Suprema por primera vez, un latino cantó el himno estadounidense tras la proclamación de Obama… y ninguno de estos gestos fue casual.

A pesar de que las medidas migratorias propuestas por los republicanos son mucho más duras que las que proponen los demócratas, tampoco Romney ha querido renunciar al trascendental voto latino. Claro que los latinos a los que hablan los republicanos no son los mismos: emigrantes en Miami, disidentes de los Castro o Chávez, creyentes, conservadores y amantes de un país que ha cambiado su vida. No en vano el hijo del candidato republicano habló en castellano para presentar al carismático senador Marco Rubio, representante de la vertiente más conservadora del Tea Party, durante la convención republicana. Y junto a él también tuvieron papeles protagónicos otros destacados mandatarios republicanos de la comunidad latina

Mensaje por rol social

De la misma forma que al área industrial del país se dirige un tipo de mensaje diferente al de las áreas rurales, también son diferentes los mensajes lanzados a grandes empresas tecnológicas o a la figura del emprendedor, mucho más común y considerada que por ejemplo en España.

Hay, además, algunos roles concretos dentro de la sociedad con mensajes concretos. Es el caso de las familias, auténtica base de una sociedad conservadora en ese aspecto como EEUU. El mensaje dirigido a las familias no lo dan regularmente los candidatos, sino sus mujeres, y sus discursos giran hacia ese componente emocional y sentimental. En las convenciones de ambos partidos, por ejemplo, hablaron de cómo conocieron a sus maridos, de su vida en el hogar, de sus hijos y, de paso, aprovecharon para dirigir mensajes concretos a un colectivo como el de las amas de casa con un gran poder en la cimentación del voto doméstico.

Otra de las tradiciones electorales del país ahonda en este rol de la mujer del candidato como garante de la familia: una competición culinaria entre las aspirantes a primera dama que, por cierto, ganó Michelle Obama. Una vez terminadas las elecciones, de hecho, las primeras damas son las que asumen los actos cercanos y las campañas benéficas. Michelle Obama, por ejemplo, se ha centrado durante años en concienciar de la importancia de una dieta sana y una actividad física adecuada con una campaña llamada ‘Let’s move’.

Otro colectivo crucial al que los candidatos deben dirigir mensajes específicos es al militar, tanto a aquellos combatientes en activo, para quienes el presidente siempre tiene un recuerdo especial, como a los soldados retirados, de cuya atención se ocupa en el día a día la primera dama durante el mandato. Al menos en lo que a sus familias respecta, porque los reconocimientos y condecoraciones sí recaen en el presidente.

El mensaje de los demócratas se ha centrado en esta ocasión en el repliegue de tropas en Afganistán e Irak, dos conflictos que han supuesto miles de pérdidas de soldados en los últimos años.