Unir a la izquierda es el plan desde 1986, y ni ahora termina de conseguirse.
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Hay una pareja que, por más que se pelee, nunca se separará: medios y políticos.
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La debacle electoral de Ciudadanos tras su deriva hacia la derecha sigue lastrando su futuro. En una encrucijada por su propia supervivencia, Inés Arrimadas, la nueva líder de la formación, tiene en la moderación algo más que una opción: quizá sea su única posibilidad de redención.
La nueva convocatoria electoral ha clarificado el panorama: Sánchez sigue en cabeza con mucho margen, el PP mejora, Podemos sigue cayendo, Vox irrumpe con fuerza y Ciudadanos se derrumba.
De tocar el cielo a derrumbarse en el suelo. Ciudadanos lideraba las encuestas ante un PSOE envuelto en guerras internas y un PP corroído por los escándalos, pero jugó todas sus cartas mal y ha acabado por besar la lona en los mismos sondeos que antes le encumbraban. El tiempo de Albert Rivera puede estar llegando a su fin.
Es imposible gobernar si antes no has sobrevivido políticamente a tus enemigos internos. Es más, en ocasiones es imposible sobrevivir a los enemigos internos si no acabas por gobernar.
Andalucía ha sido, durante décadas, un poder en la sombra para la política nacional. Sin hacerlo visible, tuvo un peso específico claro en las decisiones del PSOE. Ahora la atalaya se ha venido abajo: Andalucía ya está en manos del PP.
Los sobresaltos empiezan a ser una constante en la política patria de los últimos años. Hasta el punto en que Andalucía podría dejar de ser socialista por primera vez en la democracia, y todo gracias a los votos de una ultraderecha que ha conseguido regresar a las instituciones.
El efecto mariposa también funciona en política: un pequeño cambio puede provocar grandes cambios. Y si el cambio no es pequeño, sino que se trata de un nuevo liderazgo en el partido más votado del país, el oleaje puede hacer que todo el entorno tenga que moverse.
Como viene siendo habitual en estos tiempos ganó la opción quizá más inesperada. No fue la inexorable Sáenz de Santamaría, ni siquiera la infatigable escudera Cospedal. Pablo Casado sucederá a Rajoy en un PP que, por primera vez en muchos años, es una incógnita de futuro.