El presidente dice ser una persona. Dice estar harto de ataques personales. Igual nada de esto es normal.
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Hay una pareja que, por más que se pelee, nunca se separará: medios y políticos.
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La política es atención. Y en ocasiones, aunque sea justo con la intención contraria, criticar al rival contribuye a ayudarle dándole mayor visibilidad.
A María Dolores de Cospedal le costó lo suyo dar el salto al Ejecutivo, a pesar de que la ya exsecretaria general del PP lo ha dado todo por los suyos. Y eso que su carrera ha sido fugaz: sus primeros pasos en política vinieron de la mano de Aznar.
Del predecible bipartidismo a encadenar hitos inéditos. La política española ya tiene un ‘nunca antes’ más en su cuenta: la primera moción de censura que prospera y que acaba con la era de Rajoy el inexorable.
La travesía de ETA hacia el final de la violencia ha contado con múltiples ayudas. La más importante, la de la propia izquierda abertzale a través de mensajes y gestos que, entre la lógica desconfianza del resto de fuerzas, ha ido acomodándoles en la política institucional como una fuerza más.
La repetición electoral deja claro que España no son los medios, ni las encuestas, ni las redes sociales. España, ahora mismo, es Mariano Rajoy y el Partido Popular.
El Partido Popular ha demostrado a lo largo de los años no necesitar demasiado para ganar. Su electorado es de los más estables y fieles, y las elecciones autonómicas y municipales lo han vuelto a demostrar: ni siquiera la corrupción ha podido con él.
Visto por los suyos como pacificador y tachado de terrorista por los contrarios. La salida de Otegi de la cárcel puede tener efectos, aunque sea indirectos, en el escenario político nacional.
El líder de la izquierda abertzale sale de la cárcel tras cumplir seis años de una condena controvertida. En este tiempo la situación ha cambiado, y mucho. Para empezar, ahora los suyos están en las instituciones.