Santiago Calatrava es mundialmente conocido por su trabajo, pero también por la polémica que le envuelve. Desde los desfases en los presupuestos finales sobre lo inicialmente comprometido, hasta sus diseños. Desde la accesibilidad de algunas de sus creaciones, hasta la ingente cantidad de contratos públicos que ha concentrado con algunos gobiernos.
Tanto es así que si se suman las obras públicas más representativas que ha hecho en nuestro país la suma desembolsada por las arcas públicas supera los 1.911 millones de euros. Eso equivale a tres veces lo que invertirá España en Cultura durante todo el año que viene según los Presupuestos Generales del Estado, 721 millones de euros. O, lo que es lo mismo, lo que invertirá España en Educación según los PGE durante todo el año que viene (1.944 millones), y más de lo que destinará a política Exterior (1.492 millones), Justicia (1.542 millones) o Industria (1.653 millones). La elevada cifra resulta aún más llamativa teniendo en cuenta que el arquitecto ha decidido recientemente trasladar su fortuna a Suiza, segundo país donde más ha construido junto a EEUU, y donde existen unas muy ventajosas condiciones fiscales.
La cifra anterior es la suma de los presupuestos finales que se pagaron por sus principales obras sin contar con lo que costó el Puente de Itxas Aurre en Ondarroa, la Pasarela de Ripoll o los dos puentes, el del Hospital y el de Vistabella, que construyó en Murcia, entre otros proyectos.
Pero ¿de eso cuánto se ha llevado él? Según la legislación vigente, los arquitectos se llevan entre el 4 y el 11% del presupuesto de la obra, fijándose el estándar en un 7%. Esta horquilla, desglosada para profesionales en tablas como estas de 2006 y 2007, sin embargo, se liberalizó en 1997, permitiendo que el arquitecto negocie sus honorarios.
Suponiendo que los 1.911 millones de euros fuera la cifra final presupuestada -que no lo es porque faltaría computar algunos proyectos menores- y que Calatrava se hubiera movido en los estándares de todos los arquitectos, se habría llevado más de 134 millones de euros de dinero público directamente a su bolsillo. Con todo, la cifra equivaldría a que cada español le hubiera dado directamente tres euros por cabeza. Eso contando con que se hubiera llevado lo estándar, que no es el caso, ya que sólo por la Ciutat de les Arts i les Ciències de Valencia se llevó 94 millones de euros.
Enormes variaciones presupuestarias
Del total de lo facturado la mitad aproximadamente corresponde a la construcción de la Ciutat de les Arts i les Ciències de Valencia, cuyo coste final ascendió a 1.282 millones sobre los 308 presupuestados en origen, y el más antiguo se remonta a la diferencia de presupuesto inicial y final para la Expo de Sevilla.
Desvío (en millones) | Ciudad | Inicial | Final |
Auditorio de Tenerife | Santa Cruz | 24,o | 72,3 |
Obelisco Caja Madrid | Madrid | 6,0 | 12,0 |
Ciutat de les Arts i les Ciències | Valencia | 308,0 | 1.282,0 |
Metro Alameda y Puente Exposición | Valencia | 12,6 | 36,0 |
Puente 9 d’Octubre | Valencia | 0,9 | 2,7 |
Puente y viaducto del Alamillo | Sevilla | 34,8 | 48,0 |
Hay otros proyectos de menores cuantías, como el Puente Bach de la Roda de Barcelona, que costó 1,5 millones, el Puente Lusitania de Mérida, que costó 7,2 millones, o el Pabellón de Kuwait para la Expo de Sevilla, que costó seis millones de euros, fue abandonado, se restauró por 480.000 euros y ha vuelto a infrautilizarse.
Hay también obras que ha cobrado a pesar de que las obras fueron finalmente desestimadas, como los 15 millones que se llevó por el proyecto de las Torres Calatrava que presentó con Camps y Rita Barberá, los 2,7 millones por un Centro de Convenciones para Castellón, los 1,2 millones que Jaume Matas le pagó por un proyecto de Ópera que fue prohibido o los primero 85.545 y después 540.911 euros que se llevó por dos puentes proyectados en Alcoy. Y eso hablando sólo de España.
Problemas y cobros
El legado de Santiago Calatrava está también lleno de problemas de accesibilidad o manejo que han obligado a las instituciones públicas a pagar enormes sumas en mantenimiento, reparaciones o correcciones de problemas. En Valencia la Ciutat de les Arts i les Ciències ha sufrido problemas de todo tipo: un edificio con inundaciones recurrentes, la parte móvil de otro que nunca se ha completado, un tercer edificio público sin escalerilla de emergencias e incluso un puente con un alto grado de accidentes de tráfico a causa de su excesiva curvatura.
A unos centenares de metros de allí el Ayuntamiento gastó 728.508 euros en rehabilitar hace dos años una estación de Metro que él mismo había edificado y que, pese a tener un presupuesto inicial de 12 millones, acabó costando 36. En Alcoy dejó inconclusa y con riesgo de derrumbe la Llotja de Sant Jordi, cuyo arreglo costó más que el presupuesto inicial de la obra y que motivó una queja formal de Calatrava a pesar de estar a punto de tener que clausurarla.
En Madrid el Obelisco móvil de Caja Madrid no funciona porque arreglar los motores hidráulicos costaría 150.000 euros. En Bilbao llevó a cabo el diseño del aeropuerto por 90,15 millones de euros y dejó la zona de espera sin cubrir a pesar de las frecuentes lluvias que hay en Loiu. Remediarlo costó otros 26,5 millones de euros de los 114 en total que se invirtieron en la ampliación de las instalaciones.
Célebres son también los problemas con sus puentes: superficies de cristal que provocan caídas cuando llueve y que hay que alfombrar, curvaturas excesivas para que discapacitados puedan usarlos, falta de accesos e incluso denuncias por parte del arquitecto contra el Ayuntamiento que le pagó la obra. Desde Bilbao y el Zubi-zuri, que costó más de tres millones de euros y que hasta hace cinco años había costado otros 134.400 euros en mantenimiento, hasta los 20.000 euros anuales en losetas rotas (280.000 si se extiende el cálculo desde su inauguración) para el Puente de Vistabella en Murcia.
Hasta las incursiones escultóricas del arquitecto han dado problemas: una escultura frente a un museo en Palma de Mallorca costó 750.000 euros y necesitó ser apuntalada inmediatamente tras aparecer una enorme grieta. En ese caso no hubo derrumbe, pero sí lo hubo durante la construcción del Palacio de Congresos de Oviedo, que acabó costando 350 millones. Y eso sin contar con la visera móvil, la parte más importante del proyecto, que no funciona y requerirá el desembolso de otros seis millones de euros.
Y todo esto centrándonos sólo en España, porque en el extranjero también ha habido múltiples problemas. Desde desviaciones presupuestarias, como pasar de los 1.500 millones a los 2.350 para el intercambiador de la ‘zona cero’ de Nueva York o a pasar de los 2,5 a los 11,2 millones en el Quarto Ponte sul Canal Grande de Venecia. En ese caso, además, se retrasó la inauguración por miedo a derrumbes, hubo quejas por resbalones de los viandantes… La historia continúa.