El poder del Gobierno no es uno, sino trino: el explicativo, el expectativo y el (per)judicial.
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Algunas ideas sobre los diez años del final de ETA en un mail que cuesta diez minutos leer.
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Igual que se asume que en todos los partidos políticos conviven varias almas en tensión, sucede lo mismo en la izquierda abertzale. No todos comparten exactamente los mismos medios y estrategias para lograr sus objetivos.
La izquierda abertzale y ERC sumaron para que la moción de censura de Pedro Sánchez saliera adelante, desalojando así a Mariano Rajoy de La Moncloa. Lo hicieron junto a otras muchas fuerzas, pero con una peculiaridad: ninguna de ambas fuerzas, ubicadas en el independentismo más firme, han solido participar de la política nacional.
El famoso discurso de Barack Obama en 2004 sigue siendo copiado casi literalmente. El último en hacerlo, Albert Rivera, que reprodujo casi punto por punto el esquema de aquel mensaje.
La travesía de ETA hacia el final de la violencia ha contado con múltiples ayudas. La más importante, la de la propia izquierda abertzale a través de mensajes y gestos que, entre la lógica desconfianza del resto de fuerzas, ha ido acomodándoles en la política institucional como una fuerza más.
En los últimos años el humor político ha ido abriéndose paso entre la ficción televisiva. El conflicto vasco, pero también el procés catalán, copan titulares y cartelera con un enfoque alejado de la tensión. El humor como respuesta a la confrontación.
Galicia y País Vasco iban a servir de toma de temperatura tras la repetición de las generales, y deja un panorama poco concluyente: pocos derrotados absolutos y muchos vencedores relativos.
Urkullu y Rajoy caminan hacia el acuerdo. El lehendakari es conservador, como el presidente del Gobierno, pero también representa el nacionalismo que los populares llevan años demonizando. El desempate no es ideológico, sino más bien una cuestión de carácter: ambos líderes son, antes que cualquier otra cosa, radicalmente pragmáticos.
Visto por los suyos como pacificador y tachado de terrorista por los contrarios. La salida de Otegi de la cárcel puede tener efectos, aunque sea indirectos, en el escenario político nacional.