«Vota donde más les duele, vota Herri Batasuna». Bajo ese lema, y con el abogado Txema Montero como cabeza de lista, Herri Batasuna intentaba sumar votos en toda España. Concurría a las elecciones europeas, las primeras en las que España participaba, y el éxito fue más que notable.
Mientras el 11 de junio de 1987 España celebraba que era un poco más europea que el día anterior, los abertzales festejaban que habían sido la lista más apoyada del País Vasco, con 206.095 votos, un 19.79% del total. Era un buen momento para ellos.
Por aquel entonces uno de cada cinco concejales vascos y casi idéntico porcentaje de miembros de las Juntas Generales eran de HB. Además, 13 de los 75 escaños autonómicos pertenecían a una fuerza que entonces la prensa veía «de ultra izquierda», fuerza que obtuvo apoyos suficientes como para tener cuatro diputados en el Congreso de los Diputados a pesar de que decidieron no tomar posesión de sus actas.
Herri Batasuna era una fuerza determinante en Euskadi y un actor que podía haber tenido grupo parlamentario propio en Madrid. Aquel mismo año 52 personas fueron asesinadas a manos de ETA.
Ha pasado casi un cuarto de siglo de ese momento y muchas cosas han cambiado. Por ejemplo que hace más de un año que ETA no mata a nadie porque está en una tregua que más que tregua parece una hibernación para evitar su colapso. También ha cambiado que Txema Montero fue expulsado del partido en 1992 por sus críticas a la estrategia de ETA, o que el propio partido fue ilegalizado a principios de esta década.
Entonces comenzó un rosario de marcas electorales que a duras penas consiguieron escapar de la acción de la Justicia. Los abertzales, huérfanos de una candidatura que les representara, llamaron a sus simpatizantes a que votaran nulo elección tras elección. De apenas un punto porcentual de votos eliminados se pasó a una horquilla del 9-10% que Batasuna reclamó como su electorado, un electorado ‘oculto’, pero latente.
El tiempo parece darles la razón. En las elecciones de este fin de semana Bildu, coalición de EA, Alternatiba e independientes vinculados al mundo abertzale, ha sumado 276.134 votos, el 26,03% del total, lo que les ha convertido en la segunda fuerza más votada de Euskadi y les permite controlar 953 concejales, casi uno de cada tres, y 45 de los 153 ‘junteros’.
Aquellos tiempos de Herri Batasuna parecen reverdecer para los independentistas, hinchados como están, además, por la respuesta de un electorado vasco mayoritariamente contrario a la Ley de Partidos y que parece haber otorgado una sobrerrepresentación a Bildu por esa imagen de partido perseguido por la Justicia que han sabido vender en Euskadi y que entre todos hemos construido fuera de sus lindes.
El voto abertzale nunca desapareció
La clave está precisamente en esa palabra, en que reverdecen. Es decir, esa amplia base electoral no aparece de la nada. El electorado abertzale no dejó de existir con la ilegalización de sus marcas, sino que diluyó sus votos. Aunque es cierto que en estas elecciones ha habido un repunte, el voto soberanista apenas había variado sus porcentajes desde el inicio de la democracia, porcentajes que iban del 12.47% que obtuvo en las generales de 1996, cuando el PP obtuvo mayoría absoluta y HB obtuvo su peor resultado, hasta el 20%, su techo electoral, registrado hasta en siete elecciones. Así hasta su ilegalización.
Durante su exilio de las instituciones se vuelve complicado cuantificar cuánta parte de su voto pudo migrar hacia partidos soberanistas abertzales democráticos y qué parte real del voto nulo les representa. Sin embargo, las cifras que resultan de sumar los votos de fuerzas como Aralar y EA o las marcas abertzales como Iniciativa Internacionalista, ANV o el Partido Comunista de las Tierras Vascas da un resultado bastante aproximado al que tenían los abertzales durante los ’80 y ’90.
Evidentemente cada partido es un mundo y tiene diferentes posturas ante ETA, pero sí es cierto que las citadas formaciones coinciden en su ideología soberanista y progresista, algo que podría haber atraído el voto abertzale a falta de una marca propia.
El voto ‘escondido’ tras la Ley de Partidos
Así, en las Juntas generales de 2003 Aralar obtuvo 36.091 votos además de los 131.593 votos nulos, el 10.52% del total. En las municipales de ese mismo año sumando EA y Aralar salen 41.525 votos, el 3.71% del total, además de los 126.751 votos nulos, el 10.03% del total. Un año más tarde, en las generales de 2004 el voto de EA y Aralar sumó 119.465 votos en Euskadi, un 9.7% de la región, además de los 104.017 votos nulos, el 7.69% del total autonómico. En las europeas de ese mismo año EA y Aralar obtuvieron 63.716 votos, el 9.08% del total, además de los 98.250 votos nulos, el 12.21% del total.
Ya con Zapatero en el poder, en las autonómicas de 2005, PCTV y Aralar sumaron 178.824 votos, el 14.77% del total. En las municipales de 2007 ANV, EA y Aralar juntos hubieran obtenido 211.766 votos si hubieran unido fuerzas, el 21.79% del total, y en las Juntas Generales hubieran sumado 186.284 votos, el 20.25% del total.
La tendencia en esta legislatura ha sido similar. En las generales de 2008 EA y Aralar sumaron 80.269 votos, el 7.25% de Euskadi, además de los 11.190 votos nulos, el 0.98% del total regional. En las autonómicas de 2009, las que llevaron a los socialistas a la lehendakaritza, Aralar y EA sumaron 100.712 votos, un 9.72%, además de los 100.939 votos nulos, el 8.79% del total.
Las últimas elecciones celebradas antes de este fin de semana, las europeas de 2009, dieron como resultado 157.967 votos soberanistas, un 21.78%, si se suman los de Iniciativa Internacionalista, Aralar y EA. No es que Bildu haya irrumpido, es que Batasuna ha despertado.