Fuente: Wikimedia Commons
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Yahoo! recupera su exclamación: de desaparecer a resurgir en cinco años

El fichaje un año atrás de Marissa Mayer ha cambiado el rumbo de la compañía. Ella, a sus 38 años, pasea su mezcla entre Obama y Margaret Thatcher en versión tecnológica alejada del look informal y geek de sus competidores, ha logrado reactivar al que fuera un gigante a punto de ser engullido por Microsoft y Google.

 

Hace cinco años Yahoo! era una compañía errante, en caída libre, alejada de la carrera de las grandes tecnológicas, una presa por la que sus hasta hace poco competidoras pujaban. Era el momento más complicado de sus 18 años de historia. Lejos quedaba su salida a Bolsa, en los años del ‘boom’ de las puntocom, cuando vendió 26 millones de acciones a 13 dólares cada una y casi triplicó su valor en pocas horas.

En aquel momento, iban a la deriva, con un CEO interino a punto de hacerse con el poder de la compañía. Él mismo había cerrado acuerdos con Microsoft, para dar acceso a Bing a sus resultados de búsqueda, y con Google, para introducir anuncios: en pocas palabrasdejaba que las pirañas le mordieran a cuenta de dinero en efectivo. Sólo un cambio de ‘chip’ masivo podía cambiar la inercia. Y, contra todo pronóstico, llegó.

En otoño de 2012 Marissa Mayer, exvicepresidenta de Google, era nombrada nueva CEO de Yahoo! La importancia de Mayer no reside en que venga del gigante entre gigantes, ni que allí fuera durante un tiempo máxima responsable de diseño y usabilidad. Tampoco que de ahí pasara a controlar Google Maps, ni que fuera una de las pocas personas que susurraba al oído del entonces líder de la compañía, Eric Schmidt.

Marissa Mayer tenía 37 años y era todo lo que Yahoo! necesitaba: triunfadora, workoholica, firme, carismática, brillante… En un extenso retrato biográfico publicado por Business Insider describen una poderosa diferencia respecto a otros CEO: no lleva camisas con botones desabrochados, ni calza chanclas con ese aire de aniñado triunfador que tienen otros. Ella es una mujer en medio de un negocio de hombres que viste trajes de miles de dólares, pasea por portadas de revistas de moda y vive en un lujoso ático en San Francisco.

Mayer es joven, pero madura. Sus cercanos la definen como obsesiva con el trabajo, maniática hasta el extremo con la supervisión de cada detalle y, lo más importante, imbuída del mismo espíritu ‘caza-talentos’ y la intensidad que tenía Google en sus primeros años.

Desde su llegada a la compañía ha movido muchísimas piezas, dando salida a veteranos miembros del equipo directivo para rodearse de viejos aliados. Mucho se ha hablado en España del fichaje del también ex-Google Bernardo Hernández para dirigir Fickr, pero no ha sido ni mucho menos el mismo: fichó a Jacqueline Reses para iniciar una renovada política de compras de start-ups en busca de nuevos talentos, a Henrique de Castro (otro ex-Google) para el área de marketing y a Kathy Savitt, precisamente desde una start-up. El perfil es similar al suyo: gente de mediana edad y con muchísimas ganas de hacer cosas.

Durante los trece años que estuvo trabajando en Google casi todo lo que vivió fueron éxitos y ascensos, hasta que la desplazaron: con la vuelta de Larry Page dejó de estar en el grupo asesor del CEO y, meses antes, había perdido el control en el área capital de Google ¿Los motivos? Variados, según la narración de Nicholas Carlson: pudo ser que su excesivo celo por supervisar todo la convirtiera en un cuello de botella dentro de la compañía, o pudo ser que el hecho de que para ella la experiencia de usuario fuera tan prioritaria que descuidara algo ‘indescuidable’ en Google: los anunciantes.

O pudo ser que Larry Page, que durante un tiempo salió con ella, prefiriera apartarla para que no pareciera un trato de favor.

Con todo, la llegada de Mayer parece ser exactamente lo que necesitaba la compañía: una mezcla de Obama y Margaret Thatcher. En este año, además de las salidas y los fichajes, ha cambiado el ánimo en la compañía, contagiados por la intensidad que ha impregnado. Además, se ha reorientado el rumbo sin dejar de competir con quienes hasta hace nada parecía que iban a comprarles: las últimas adquisiciones, lejos de las milmillonarias sumas que se pagaban años atrás, se centran en aplicaciones y desarrollos pensados en el móvil (como Xobni o Summly, esta última por 30 millones de dólares hace poco), donde se libra la batalla actual.

Pero no todo son aplausos: a su llegada Yahoo! se jactaba de que parte de sus trabajadores operaban desde casa, facilitando el teletrabajo y la conciliación. Mayer, que llegó embarazada de cinco meses a la compañía, acabó con eso entre críticas, redujo al mínimo su baja por maternidad y se puso manos a la obra de vuelta al trabajo.

La pregunta estrella es saber si podrá reflotar a la compañía hasta hacerla de nuevo relevante. Por lo menos, en este último año nadie la ve ya en liquidación.