Antes pactar con otros era posible y ahora cuesta entenderse con los tuyos.
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Se auguraba un duro revés para Ciudadanos, pero el derrumbe ha sido de los que hacen historia. El partido ha pasado de poder formar Gobierno a abocarse a un futuro más que incierto en apenas unos meses.
Ximo Puig sale triunfante en una doble victoria: podrá seguir gobernando y, además, lo hará restando peso a Compromís. Ciudadanos no ha sido capaz de aprovechar la decadencia de un PP en proceso de demolición precisamente por utilizar un argumentario similar.
El partido de Albert Rivera ha sido muchas cosas, pero sobre todo una: una balsa de aceite. Sin embargo, la moción de censura hizo tambalear su estrategia. Y no será porque no hayan tenido tiempo antes: cuando la formación nació no existía Vox, ni Podemos… ni siquiera UPyD.
No necesariamente jóvenes, no necesariamente mujeres, no necesariamente técnicos. En una época en la que los votantes buscan nuevas respuestas a sus problemas el mensaje y su forma adquiere una importancia clave ante variables antes más valoradas.
El famoso discurso de Barack Obama en 2004 sigue siendo copiado casi literalmente. El último en hacerlo, Albert Rivera, que reprodujo casi punto por punto el esquema de aquel mensaje.
UPyD fue el primer partido que desafió tres décadas de bipartidismo. Consiguió disputarle la tercera plaza a IU y abrir la puerta a nuevos espacios políticos, pero sus problemas internos y la irrupción de Ciudadanos en su mismo nicho ideológico acabaron por abrir en canal la organización y dar paso a su derrumbe.
La XI legislatura ha traído muchos cambios y una evolución: el número de diputados tuiteros se dispara. Así se ha volcado la Cámara con la red de microblogging.
De los 350 diputados del Congreso 185 tienen cuentas de Twitter, 77 tienen blog y 68 ambas. En todos los casos los socialistas ganan en número, aunque con distinto margen.