Que la imagen sea parte fundamental de la política no es nuevo. Pero la dimensión que ha adquirido en tiempos de redes sociales y voto asociado a sentimientos se ha disparado. Y, tras años de auge en otros países, va llegando a España.
Que la imagen sea parte fundamental de la política no es nuevo. Pero la dimensión que ha adquirido en tiempos de redes sociales y voto asociado a sentimientos se ha disparado. Y, tras años de auge en otros países, va llegando a España.