La pelea ideológica ha tapado el fondo de un debate pertinente: ¿son tiempos mejores?
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La nueva convocatoria electoral ha clarificado el panorama: Sánchez sigue en cabeza con mucho margen, el PP mejora, Podemos sigue cayendo, Vox irrumpe con fuerza y Ciudadanos se derrumba.
Migrar siempre implica un desgarro. El frágil equilibrio entre las tradiciones familiares y el mundo nuevo que conocen sus hijos, ahora en un país lejano. Esta es la historia del desgarro de los emigrantes chinos en España.
Nuestra forma de vida no se mantiene sola. Las pensiones o las prestaciones, así como los servicios públicos, necesitan quien las pague. Y eso depende de forma directa no sólo de los impuestos, sino de cierto equilibrio generacional. Y sin gente joven todo se desequilibra.
Un recóndito estado árabe está enfrentándose a enormes potencias, y los ecos de dicha disputa pueden tener repercusiones en todo el mundo. Desde la economía al deporte, muchas inversiones y relaciones dependen del devenir de los acontecimientos en Qatar.
Se tiende a asimilar que sólo los votantes acomodados votan a partidos conservadores y, por tanto, cuanto más acomodados, más conservadores. Lo primero es un prejuicio y lo segundo, directamente, falso: en realidad la historia de los movimientos ultranacionalistas muestra que se han apoyado en las clases más vulnerables.
Justin Trudeau, líder de un país tradicionalmente ajeno a los centros de poder, empieza a acaparar la atención internacional. Su oposición indisimulada a las políticas de Trump y su aproximación al fenómeno migratorio le han puesto en el foco.
El proyecto europeo, que durante décadas ha servido para estimular vínculos comerciales y culturales y disipar tensiones bélicas, se enfrenta a un futuro incierto. El crecimiento del populismo, la desafección interna y la incertidumbre externa arrojan un horizonte sombrío.
Pocas ironías más notorias que la de un cuerpo político enfermo con un corazón aún más enfermo. Si la UE necesita fortaleza, la capital de facto no es precisamente la que predica con el ejemplo: Bélgica ha demostrado ser un país inestable y con un futuro amenazado por sus tensiones identitarias, tan alejadas del espíritu comunitario.
Lo que ven nuestros ojos muchas veces no es real. Filtramos la realidad a través de otros intermediarios en los que confiamos, y también a través de nuestros propios prejuicios y preferencias. Y eso hace que muchas veces nos equivoquemos.