El ciclo político que vive la derecha puede acabar justo donde empezó: en Murcia.
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A veces no ser nacionalista es otra forma de ser nacionalista sin darte cuenta.
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En una España sobreexpuesta al debate soberanista hay hueco para otro nacionalismo. Los líderes carismáticos de las regiones más olvidadas de la geografía patria poco tienen que ver con las tensiones y acuerdos que protagonizan las formaciones vascas y catalanas. Y en un panorama tan atomizado como el actual también sus apoyos pueden resultar clave.
Del predecible bipartidismo a encadenar hitos inéditos. La política española ya tiene un ‘nunca antes’ más en su cuenta: la primera moción de censura que prospera y que acaba con la era de Rajoy el inexorable.
En la política española han existido ciertos tabúes nominales: el PP se define como de centro, como mucho de centro-derecha, mientras sus rivales les ubican a la derecha. Entonces, ¿hay hueco más allá?
La XI legislatura ha traído muchos cambios y una evolución: el número de diputados tuiteros se dispara. Así se ha volcado la Cámara con la red de microblogging.
En política hay un arma contra la atomización: concentrar un amplio espectro ideológico dentro de unas mismas siglas. El Partido Popular lleva años haciéndolo y la fórmula le ha funcionado. Hasta ahora.
De los 350 diputados del Congreso 185 tienen cuentas de Twitter, 77 tienen blog y 68 ambas. En todos los casos los socialistas ganan en número, aunque con distinto margen.
Lo que empieza como una discusión interna muchas veces acaba en expulsión o en formación de un nuevo proyecto político. No es fácil ser disidente en tu propio partido
La propuesta de reducir el número de diputados y concejales provocaría algunos cambios de calado en el mapa de mayorías políticas actuales.