Antes pactar con otros era posible y ahora cuesta entenderse con los tuyos.
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Ningún partido se desenvuelve mejor en las contiendas rurales que el PP… por ahora.
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A María Dolores de Cospedal le costó lo suyo dar el salto al Ejecutivo, a pesar de que la ya exsecretaria general del PP lo ha dado todo por los suyos. Y eso que su carrera ha sido fugaz: sus primeros pasos en política vinieron de la mano de Aznar.
Como viene siendo habitual en estos tiempos ganó la opción quizá más inesperada. No fue la inexorable Sáenz de Santamaría, ni siquiera la infatigable escudera Cospedal. Pablo Casado sucederá a Rajoy en un PP que, por primera vez en muchos años, es una incógnita de futuro.
El ahora presidente del Gobierno ha ido sobreviviendo a todas las crisis que han ido surgiendo hasta el momento, que no han sido pocas. Pero parece que el viento está empezando a girar en contra.
Tras varias mayorías absolutas, la sombra de la corrupción pudo con él. El foco está en su impulso a obras faraónicas que no atrajeron al turismo, pero que generaron cuantiosas comisiones.
Una vez conquistado el centro, Ciudadanos se ha lanzado hacia la derecha. Y en el PP, tras ver el resultado electoral catalán, han empezado a contraatacar. Por primera vez en su historia la contienda se libra en su propio espectro electoral.
La brecha ‘horizontal’ del PSOE y las cuentas pendientes del PP marcan la vida de ambos partidos. Por su parte, Podemos tiene las tensiones más repartidas y Ciudadanos se libra… de momento.
Lo inexorable no ha sucedido. La candidata del aparato ha perdido. El superviviente ha logrado lo que nunca nadie había osado intentar. Pedro Sánchez será el secretario general más inesperado tras derrotar a una Susana Díaz que todos dimos, por error, como vencedora.
Tiempos de nueva política, tiempo de nuevos políticos. Más telegénicos, más frescos, más guapos y, en general, más jóvenes. Pero no todos ellos lo son.