Unir a la izquierda es el plan desde 1986, y ni ahora termina de conseguirse.
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La nueva convocatoria electoral ha clarificado el panorama: Sánchez sigue en cabeza con mucho margen, el PP mejora, Podemos sigue cayendo, Vox irrumpe con fuerza y Ciudadanos se derrumba.
Es imposible gobernar si antes no has sobrevivido políticamente a tus enemigos internos. Es más, en ocasiones es imposible sobrevivir a los enemigos internos si no acabas por gobernar.
Tras una maratón de procesos electorales se cierra el ciclo: los comicios autonómicos y municipales del 26M han puesto de manifiesto que las inercias de las generales han venido para quedarse. Y que el bipartidismo, con el PSOE en cabeza, sigue en pie.
No necesariamente jóvenes, no necesariamente mujeres, no necesariamente técnicos. En una época en la que los votantes buscan nuevas respuestas a sus problemas el mensaje y su forma adquiere una importancia clave ante variables antes más valoradas.
Niegan la rebelión interna, pero lo parecía. Y fracasado el intento de golpe llega una contienda que se presume larga y cruenta. La estrella creciente de Podemos ha llevado a la formación ante una encrucijada en la izquierda: el posibilismo de pactar o la ortodoxia de dominar. La guerra acaba de empezar.
La XI legislatura ha traído muchos cambios y una evolución: el número de diputados tuiteros se dispara. Así se ha volcado la Cámara con la red de microblogging.