Fuente: Wikimedia Commons
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Crisis francoalemana: tiemblan los pilares de Europa

Alemania y Francia han sido tradicionalmente los dos hermanos mayores de Europa, dos hermanos que lejos de competir han sabido repartirse protagonismos en un equilibrio inverosímil. Ese eje franco-alemán ha sabido mantener su funcionamiento como corazón de la UE al margen de los cambios de liderazgo y de partido en el poder.

La sístole la marca Alemania, eje económico del continente, con el mando de hierro de Angela Merkel. La misma que se ha ganado la imagen de impopular en sus roces, ya sea con Rusia a cuenta de sus dudosas prácticas, ya sea con España por alentar a los especuladores en su contra, ya sea con la OTAN por abstenerse sobre la intervención en Libia y luego retirar sus tropas o, también, con el resto de la UE por haber bloqueado la ampliación del fondo de rescate.

La diástole la marca Francia, eje político del continente, con Nicolas Sarkozy buscando continuamente rédito político internacional con operaciones como la liberación de Ingrid Betancourt en Colombia, el envío de un avión para un rescate de secuestrados en África o, más recientemente, por asumir el mando de la operación en Libia quién sabe si por algún motivo oculto.

Pero la crisis y el tiempo en el poder no pasan en balde: este fin de semana los democristianos del CDU ha perdido su feudo de Baden-Württemberg y los conservadores de la UMP se han llevado un duro revés en las cantonales galas. Ni política ni economía, ni impopularidad ni populismo internacional: ni siquiera los líderes continentales sobreviven al desgaste del tiempo.