¿Que quién soy? Estaba pensando en hacer un recorrido por lo que he hecho, las redacciones por las que he pasado y por lo que he aprendido en cada sitio, por las motivaciones, inquietudes y vicisitudes del camino. Pero sería un coñazo. Así que lo dejaremos en que soy periodista, que nací en Valencia y que me fui a vivir a Madrid para empezar a trabajar. Que lo mío es la política y la comunicación, aunque también hago otras cosas, y que me gano la vida de la mejor forma que jamás podría haber imaginado: escribiendo y enseñando.
Trabajo fundamentalmente en lo digital, aunque de vez en cuando sale mi nombre en algún medio de esos que llaman tradicionales. He sido periodista de redacción, he trabajo por mi cuenta, he hecho consultoría y hasta comunicación institucional. He dado clase en la universidad pública y en la privada.
En los últimos años he publicado con más o menos frecuencia en Yorokobu y El Economista, y antes en ElDiario.es, JotDown o Tiempo, y a la vez coordiné un par de proyectos para Atresmedia. Antes paseé mis textos por sitios tan dispares como lainformacion.com, Terra o 20 Minutos, por citar algunos, aunque hay más.
He tenido ocasión de hacer un montón de entrevistas, desde escritores a filósofos, desde militares a gente de la calle. Y, sobre todo, a muchos políticos: gente como María Dolores de Cospedal, José Montilla, Eduardo Zaplana, Carlos Garaikoetxea, Josep Antoni Duran i Lleida, Josu Erkoreka o Ramón Jauregui, entre muchos más. He cubierto cosas duras, como los juicios del 11M, y cosas más agradables, como un sinfín de noches electorales. Muchas de las cosas que he hecho están aquí.
Uno de los asuntos en los que más me he centrado ha sido el llamado conflicto vasco. Muchos me han preguntado por qué, y siempre respondo que por qué no. He cubierto juicios, ilegalizaciones, atentados, denuncias, declaraciones… He recorrido miles de kilómetros por Euskadi y Navarra, hablando con decenas de personas, desde ertzainas a políticos, desde víctimas a gente que pasó por ETA. Fruto de todo ese trabajo me embarqué en ‘Guztiak’, un libro de entrevistas del que cuento más aquí.
He compaginado las cosas que he ido escribiendo con la docencia. Pasé diez años enseñando periodismo en la Universidad Carlos III, normalmente en los grados internacionales, desde periodismo online hasta periodismo interpretativo. Ahora mismo soy profesor en el CEU, también sobre todo en grados internacionales, en el departamento de Periodismo y Narrativas Digitales. Pasé brevemente por otras aulas, como las de la Universidad Nebrija o el CIS, y esporádicamente he dado clase en algunos másters del ramo.
Por el camino, de vez en cuando, he hecho otras cosas, como participar en charlas, escribir artículos o, incluso, ser citado o entrevistado por gente que piensa que tengo cosas interesantes que decir (pobres). Además, tengo tres premios en la mochila, todos por proyectos ya abandonados: un BOBs de la Deutsche Welle y una Mención de Honor en los Victory Awards, ambos por SesiónDeControl.com, y un premio al mejor proyecto periodístico de la Comunidad Valenciana por TintaDigital.org. Ha llovido mucho desde esas cosas.
De un tiempo a esta parte, con mi libro publicado, mi doctorado terminado, mi paso por las redacciones y mis años de autónomo, decidí cambiar de tercio por un tiempo. Empecé con alguna colaboración como consultor de comunicación con Prodigioso Volcán y acabé llevando la comunicación de la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial. Esta última experiencia fue breve y muy intensa, pero decidí volver a mi vida anterior para poder seguir teniendo vida. Así que creo que he tocado todos los palos del ramo.
Por lo demás, tuiteo mucho tras vaticinar allá por 2007 que Twitter no valía para nada, hice un máster sobre investigación aplicada a medios de comunicación y acabé doctorándome. Siguiendo con las risas, tengo dos méritos profesionales incuestionables: Jiménez Losantos rajó de mí en uno de sus libros y me nominaron en el top 100 de tíos adoptables en España en un portal femenino. La gente está fatal de lo suyo.
Todo esto (y alguna otra cosa personal que no cuento) ha hecho que me quede calvo. Bueno, no ha sido por eso, pero queda bien decirlo.