El estallido otoñal de la tensión en Cataluña ha espoleado a los de Albert Rivera, pero los precedentes señalan que no necesariamente eso es bueno: la política vive de la gestión de expectativas.
El estallido otoñal de la tensión en Cataluña ha espoleado a los de Albert Rivera, pero los precedentes señalan que no necesariamente eso es bueno: la política vive de la gestión de expectativas.